El serbio se impuso por 6-3, 7-6 (7/5) y 6-3, amplía a dos la ventaja de Grand Slams respecto a Nadal e iguala el registro de Margaret Court. El segundo set duró 104 minutos
Novak Djokovic sigue escribiendo la historia del tenis con letras mayúsculas. El devorador de récords que es el serbio derrotó a Daniil Medvedev (6-3, 7-6 [7/5] y 6-3) en una final fantástica y agotadora y ya tiene 24 Grand Slams, con todo lo que ello supone. Para empezar, pone ya dos títulos de este tipo, de los más grandes, de ventaja con Rafa Nadal y además iguala el registro de la australiana Margaret Court. Pero él no está dispuesto a parar ahí, visto lo visto en la Arthur Ashe, donde por un momento estaba muerto… Y eso que sólo se disputaron tres sets.
El segundo de esos parciales fue un monumento al tenis que duró 104 minutos y en el que Medvedev parecía capaz de todo. Comenzó el encuentro el serbio muy metido, muy serio, convencido y demostrando cómo se juegan las finales. Cuando se pone es como un robot. No falla una. Y logró un break nada más empezar que supo conservar para omar ventaja con 6-3. Pero su rival ya había empezado su plan, que era jugar todas las bolas posibles. Hacer el partido durísimo. Los intercambios eternos se multiplicaban. Además, no era pasar la bola, era hacerlo de forma profunda, de un lado a otro, buscando agotar a Nole. No rehuyó el serbio esa propuesta y el encuentro por momentos fue extenuante, con varios puntos en los que hubo más de 30 golpes. Mediado el segundo set, parecía que la táctica de Medvedev hacía mella. Novak empezó a ceder, a perder energía, sus piernas no iban y todo aparentaba estar en manos del ruso, que incluso tuvo una pelota de break que hubiera cambiado el partido, pero el desde hoy nuevo número del mundo otra vez se lo sacó de encima un bote pronto imposible.
Fue resistiendo como pudo Djokovic, intentando ser un poco más directo. Hasta ese momento había jugado de maravilla desde el fondo, cambiando alturas, jugando mucho con el cortado, y le funcionaba. Pero llegados a ese punto tuvo que visitar más la red para acortar los puntos y muchas veces hacía saque y volea, aprovechando que su oponente restaba muy atrás. Es un experto en sobrevivir el serbio. Además, hace notar a su rival su estado, estira los muslos, las piernas, por si se confía un poco. Es un maestro también en el juego mental.
Esta vez estaba realmente cansado, se notaba en las dobles faltas, en que se quedaba sin fuerza en medio de algunos puntos. Pero también así supo ser un maestro en los tie breaks. Los juega como nadie y no dejó de apretar. Medvedev, que había jugado de cine y mantuvo la igualdad en el desempate, se lo acabó entregando con un error de revés.
También el esfuerzo empezó a notarlo Daniil, tratado en el hombro izquierdo por el fisioterapeuta. Se marchó Novak al vestuario y volvió casi como nuevo. El poder de la mente es así. Superado el mal trago, además con éxito, ya parecía el de antes, ya volvía a correr de forma más normal, ya empezaba a someter a su rival. Hubo un raro intercambio de breaks en el tercer parcial, con dos para él y uno para Daniil, que ya sí se fue desinflando. Perder ese segundo set le “mató”. El partido y la gloria ya eran para Djokovic, que se tiró al suelo lloró y lo primero que quiso hacer fue darse un abrazo con su hija.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA