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Mucho sexo, un varón poderoso y una mujer que no lo es: la autora de “Cincuenta sombras” vuelve y repite su fórmula

La británica E.L. James saltó a la fama con una trilogía erótica que recorrió el mundo y llegó al cine. Ahora publica “La Condesa”, continuación de su obra “Míster”. Fantasías, deseos, ¿y feminismo?

Su nombre se instaló para siempre en la industria editorial -y en el corazón y las fantasías de millones de lectores y lectoras- gracias a dos palabras inolvidables si se las lee juntas: Cincuenta sombras. ¿De quién? De Grey, claro. Hablamos de E.L. James, la autora británica que protagonizó el último gran boom de la novela erótica que logró rebotar en el mundo entero.

Con todo ese éxito detrás, ahora James acaba de publica su última novela, La Condesa, editada en español por Grijalbo. “Las feministas también pueden tener fantasías”, dice la escritora que llenó de erotismo no sólo las librerías sino, después, la pantalla grande, a través de las películas basadas en su obra. Lo dice en una entrevista en la que defiende cada detalle de sus tramas, repletas de sexo y también de relaciones de poder.

Erika Leonard Mitchell (su nombre verdadero) confesaba hace unos años que había proyectado sus propias fantasías de mujer madura en la exitosa trilogía erótica iniciada en 2011 que arrasó en las listas de libros más leídos. En ese entonces, el desmedido interés que suscitó la relación atípica entre una inexperta universitaria y un multimillonario atormentado y obsesionado con el sadomasoquismo generó un torbellino editorial que la tomó por sorpresa.

La autora londinense aún no ha digerido del todo ese éxito abrumador pero es consciente de que le cambió la vida: “Ahora tengo tres casas, y no las tenía antes de Cincuenta sombras”, dice en una entrevista en Londres. Posteriormente publicó Mister (2019) y acaba de llegar a las librerías de Hispanoamérica -vía Penguin Random House- su segunda parte, La Condesa.

“Tenía la historia en mi cabeza desde 2009 y estos personajes no me dejaban en paz, así que los quise sacar y lo hice con Mister en 2019, pero después la gente no dejaba de preguntarme qué iba a pasar (…) Creo que es la historia más romántica que he escrito hasta ahora”, afirma.

James prosigue ahí el romance entre el personaje de la alta sociedad británica Maxim Trevelyan, conde de Trevethick, y su exasistenta, la albanesa Alessia Demachi, una joven que tras zafarse de las bandas de trata, termina en Londres convertida en condesa.

La autora regresa además a lo que ya es un elemento constante en su literatura, la relación amorosa-sexual entre un varón adinerado e influyente y una mujer joven vulnerable. Personajes atractivos -”porque a todos nos gusta la gente guapa”, según observa- y tramas aderezadas con mucho sexo.

La escritora admite abiertamente que le “gusta explorar la dinámica de alguien que es excepcionalmente poderoso con alguien que no lo es”. “Lo encuentro fascinante y es algo que me atrae. Lograr que estas dos personas se encuentren me parece interesante”, explica.

De hecho, su último libro, La Condesa, surgió “de la simple idea de qué pasaría si un hombre se enamorara de su limpiadora (…). De ahí -cuenta- empecé a soñar y luego todo fue encajando”.

El mayor miedo de una exitosa

Esa tendencia a situar a la protagonista femenina en posición de inferioridad o vulnerabilidad frente al hombre le ha costado críticas feroces que la acusan de degradar a la mujer. “Creo que cualquiera que diga que no soy feminista, realmente no me conoce muy bien. Si tienes una mujer joven que seduce a un hombre muy rico y exitoso, esto, creo, es un mensaje muy feminista. Y además, las feministas también tienen fantasías”, se justifica.

Para James, sus libros “añaden un elemento de fantasía y son un escape para que las personas puedan sumergirse en otro mundo”. La escritora confiesa además que “decepcionar a la audiencia” es su “mayor temor” y ese miedo a defraudar al lector se agudiza “especialmente después del éxito fenomenal de Cincuenta Sombras de Grey”.

Preguntada si planea extender esa trilogía, James responde que no tiene intención, en principio, de alargar la historia: “Creo que los dejé en un buen lugar (a sus protagonistas Anastasia Steele y Christian Grey) y si lo fuera a extender, tendría que hacerles algo bastante horrible y me gustan los finales felices. Soy una romántica de corazón”. No obstante, pese a ese argumento, minutos después agrega, en tono misterioso, un “nunca digas nunca” que, tal vez, dé algo de esperanza a sus incondicionales lectoras y lectores.

Casada con el guionista norirlandés Niall Leonard y madre de dos hijos, James confiesa que “odia” la fama y la atención pero logra pasar desapercibida gracias a su pseudónimo y a “ser una mujer de mediana edad con sobrepeso y, por lo tanto, invisible (para la sociedad)”.

Tampoco es capaz, según admite, de descifrar la clave por la cual consigue que sus historias conecten con audiencias de todo el mundo. “Realmente no sé cuál es el secreto. Aún sigo pasmada por el éxito de Cincuenta sombras y, en realidad, yo escribo para mí misma y me fascina que a otras mujeres les guste lo que escribo”, concluye.

Así empieza “La Condesa”

Mis pasos resuenan con un compás de urgencia sobre el suelo duro y brillante y entrecierro los ojos bajo la implacable luz de los fluorescentes.

—Por aquí. —La médico de urgencias se detiene y me hace pasar a una sala fría y austera que es el depósito de cadáveres del hospital.

Sobre una mesa, bajo una sábana está el cuerpo fracturado y sin vida de mi hermano.

Siento el impacto de un sismo, me presiona en el pecho y me exprime todo el aliento de los pulmones. Nada me podría haber preparado para esto.

Kit, mi hermano mayor.

Mi piedra angular.

Kit, el duodécimo conde de Trevethick.

Muerto.

—Sí. Es él. —Las palabras me dejan la boca seca.

—Gracias, lord Trevethick —murmura la doctora.

Mierda. ¡Ese soy yo ahora!

Bajo la vista hacia Kit.

Solo que no es él. Estoy yo en la mesa… tumbado, lleno de magulladuras y roto…, frío…, muerto.

¿Yo? ¿Cómo es posible?

Desde mi posición postrada veo que Kit se inclina sobre mí y me besa en la frente. «Adiós, cabrón —dice con voz áspera por la pesada tensión de las lágrimas sin derramar en su garganta—. Tú puedes. Para esto es para lo que naciste». Me mira con su sonrisa torcida y sincera que se reserva para esos pocos momentos en los que está jodido.

¡Kit! ¡No! No lo has entendido.

¡Espera!

—Tú puedes, Suplente —dice—. Eres el afortunado número trece. —Su sonrisa se desvanece y él desaparece. Y yo bajo los ojos una vez más, inclinándome sobre él mientras duerme. Solo que su cuerpo maltrecho lo desmiente. No está dormido sino… muerto.

¡No! ¡Kit! ¡No! Mis palabras se quedan atascadas en una garganta que está inundada de demasiada pena.

¡No! ¡No!

Me despierto, con el corazón palpitándome con fuerza.

¿Dónde estoy?

Tardo un nanosegundo en ubicarme a medida que mis ojos se van acostumbrando a la media luz. Alessia está acurrucada junto a mí, con la cabeza sobre mi pecho y la mano abierta sobre mi vientre. Cuando tomo una profunda y purificadora bocanada de aire, mi pánico se aleja como la suave estela de un mar sin mareas.

Estoy en Kukës, en el norte de Albania, en la casa de sus padres, y, al otro lado del lago, el amanecer es un susurro en el cielo.

Alessia está aquí. Conmigo. Está a salvo y profundamente dormida. Con cuidado, aprieto el brazo alrededor de sus hombros y la beso en la cabeza, aspirando su olor. El ligero bálsamo de lavanda y rosas y mi más que dulce chica alivia y despierta mis sentidos.

Mi cuerpo se excita; el deseo, caliente y pesado, fluye abajo.

La deseo. Otra vez.

Esto es nuevo. Esta necesidad. Pero ha arraigado, se ha convertido en una parte de lo que soy y se intensifica cuando estoy con ella. Es tan atractiva y encantadora que la ansío como un adicto. Pero me resisto a despertarla. Ha atravesado los nueve círculos del infierno.

Otra vez.

Joder.

Consigo controlar mi cuerpo y cierro los ojos a la vez que mi rabia y mi remordimiento vuelven a aparecer. Dejé que ella se me escurriera entre los dedos. Dejé que ese cabrón violento, su «prometido», se la llevara. No quiero saber lo que habrá sufrido, pero sus cortes y moretones delatan su espantosa historia.

Nunca más voy a permitir que pase eso.

Gracias a Dios que está a salvo.

Fuente: INFOBAE

 

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