Esta glándula es de vital importancia para el funcionamiento del organismo, ya que afecta la producción de energía, el metabolismo y la temperatura del cuerpo, entre otros. Cuáles son los problemas metabólicos, fisiológicos y bioquímicos que conllevan estos trastornos
El cuerpo humano posee la glándula de la tiroides, que tiene la vital función de regular la producción de energía y el metabolismo del cuerpo. Ubicada en el centro de cuello, produce, libera y almacena hormonas tiroideas que se secretan en la sangre y luego se trasladan a todos los tejidos corporales.
Cada 25 de mayo, desde 2008, se celebra el Día Mundial de la Tiroides, por iniciativa de la Federación Internacional de Tiroides (TFI, por sus siglas en inglés). La fecha fue promovida, entre otras cosas, debido a la gran cantidad de personas que se ven afectadas por estas patologías sin saberlo: para hacer hincapié en los síntomas y educar a la población sobre la necesidad de consultar al especialista ante la aparición de alguno de ellos.
La glándula tiroides es de vital importancia para el funcionamiento del organismo, por eso se considera que es la glándula que marca el reloj corporal ya que afecta la producción de energía, el metabolismo, la temperatura del cuerpo y la frecuencia cardíaca.
“Las hormonas tiroideas (T4 y T3) que son almacenadas y luego se vuelcan al torrente sanguíneo para llegar a todo el organismo regulan distintos procesos metabólicos tales como la producción de calor, el crecimiento y desarrollo, la reproducción, y el funcionamiento de los distintos órganos y sistemas, detalla la Sociedad Argentina de Endocrinología y Metabolismo (SAEM).
Los trastornos tiroideos son muy frecuentes, pero a veces pasan inadvertidos, ya que los síntomas se confunden con otras enfermedades como depresión, trastornos de ansiedad o problemas cardiacos.
“Cuando los niveles de hormona tiroidea están bajos, los procesos corporales comienzan a funcionar con lentitud y usted podrá notar que siente más frío y se fatiga más fácilmente, que su piel se reseca, que tiene tendencia a olvidarse de las cosas y a encontrarse deprimido y también comienza a notar estreñimiento”, explicó la doctora Virginia Busnelli, (MN 110351), médica especialista en nutrición y directora del Centro de Endocrinología y Nutrición CRENYF.
Como los síntomas son tan diversos, la única manera de saber con seguridad si tiene hipotiroidismo es haciéndose las pruebas de sangre, destacó Busnelli y repasó los pasos para el diagnóstico:
1- Síntomas: el hipotiroidismo no posee ningún síntoma característico, y no existe ningún síntoma que esté presente en todas las personas con hipotiroidismo. Además, todos los síntomas que pueden tener las personas con hipotiroidismo también pueden presentarse en personas con otras enfermedades.
2- Revisación: su médico examinará la tiroides y buscará cambios tales como resequedad de la piel, inflamación, reflejos lentos y latidos cardíacos más lento.
3 – Análisis de sangre: hay dos pruebas de sangre que se utilizan en el diagnóstico de hipotiroidismo: TSH que debería estar elevada y la T4 libre que debería estar disminuida dependiendo si el hipotiroidismo es clínico o subclínico.
Es importante destacar que, si bien el hipotiroidismo no se puede curar, es posible controlarlo. Todos los síntomas del hipotiroidismo se normalizan con el tratamiento de la hormona tiroidea.
La relación entre la tiroides y la visión
“Una enfermedad que afecta a la glándula tiroides puede comprometer el globo ocular, provocando una inflamación de los tejidos que rodean a los ojos, tanto musculares como adiposos, y un aumento del tamaño de esos tejidos”, explicó a Infobae el doctor Rodolfo Vigo (MN 1030053), jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Austral.
“Como los ojos y los tejidos que los rodean se encuentran dentro de la órbita y ésta es una cavidad inextensible, ya que está rodeada por huesos, la consecuencia es que no puede alojar el aumento de volumen de los tejidos. Por esa razón, los ojos son empujados hacia afuera. En esta enfermedad también se pueden producir ‘bolsas’ en los párpados, debido al aumento y prolapso de su grasa”, agregó el médico oftalmólogo.
Los síntomas suelen ser evidentes. “La retracción palpebral, que provoca que uno de los párpados parezca más abierto de lo normal, es el problema más frecuente en esta enfermedad, y puede afectar tanto al párpado superior como al inferior. Lo propio ocurre con los exoftalmos, u ojos saltones; la visión doble, y el edema de párpados”, señaló el especialista.
Y aclaró que “en casos poco frecuentes también se puede verificar en los pacientes úlcera corneal y compresión del nervio óptico. Es extremadamente infrecuente la pérdida de visión”.
La enfermedad de Graves y usualmente la patología ocular asociada no pueden prevenirse. Sin embargo, el doctor Rodolfo Vigo mencionó que “la terapia con yodo radiactivo, utilizada para tratar el hipertiroidismo, puede agravar la enfermedad ocular y se debe evitar, siempre que sea posible, en pacientes con enfermedad ocular moderada o severa”. “Los fumadores también tienen más propensión a desarrollar oftalmopatía de Graves, en comparación con los no fumadores, y deben tratar de dejar de fumar. Quienes sufren esta enfermedad también deben evitar la exposición indirecta al humo, puesto que tiene el mismo efecto que fumar activamente”, puntualizó el experto.
El tratamiento de la oftalmopatía de Graves depende de la fase en que se desarrolle la enfermedad. “La fase ‘Activa’ o ‘Congestiva’ dura de 6 a 12 meses y se caracteriza por la inflamación de los contenidos orbitarios y párpados. En ese caso, se trata con gotas; inyecciones de toxina botulínica para descender el párpado superior, e inyecciones de corticoides locales en el párpado inferior, sin efectos sistémicos. Cuando no hay respuesta al tratamiento local o la enfermedad es muy intensa, se puede optar por una terapia sistémica y suministrar corticoides por vena”, remarcó el médico.
Y agregó: “En la fase ‘Crónica’ o ‘Cicatrizal’, quedan las secuelas de la etapa anterior. Por lo tanto, los tratamientos están destinados a corregir las alteraciones que persisten en los ojos, párpados y órbitas, una vez desaparecida la inflamación. Para corregir la salida excesiva de los globos oculares, puede realizarse una cirugía de descompresión orbitaria. Esta cirugía produce un aumento del espacio de la órbita y, de esta manera, los ojos retroceden en su posición. Para la visión doble, se realiza una cirugía sobre los músculos oculares, con el propósito de colocar los ojos en su posición habitual. Finalmente, se puede realizar una cirugía para descender la altura del párpado superior o ascender el párpado inferior. Y si se observan ‘bolsas’ de grasa en los párpados, se realiza una cirugía para tratar específicamente este problema”.
“En la actualidad, con la combinación de la cirugía de descompresión orbitaria y la cirugía de los párpados por incisiones muy pequeñas o invisibles en su parte interna, se obtienen muy buenos resultados funcionales y estéticos. Es una cirugía muy efectiva y con pocas complicaciones”, concluyó el especialista.
Fuente: Infobae