Los paraguayos votarán a un nuevo jefe de Estado este domingo, pero también renovarán el 100% de las Cámaras de Diputados y Senadores, y la totalidad de los gobernadores. “Puede haber sorpresas”, adelantó Alberto Acosta Garbarino, presidente del think tank paraguayo Dende
Paraguay tiene cada 5 años una especie de big bang porque elegimos presidente y vicepresidente, pero también el 100% de los integrantes del Senado y de la Cámara de Diputados, y a todos los gobernadores”, explicó Alberto Acosta Garbarino, titular del Think Tank paraguayo Dende (Desarrollo en Democracia) que analizó los comicios del este 30 de abril en una charla del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) de la que participó Infobae.
En ese terremoto electoral entra en juego una competencia histórica entre el Partido Colorado -en el poder desde 1947 con la sola interrupción de Fernando Lugo en 2008- y el Partido Liberal. En esta oportunidad llegan como principales candidatos el colorado Santiago Peña, elegido a dedo por el sancionado ex presidente Horacio Cartes, y el liberal Efraín Alegre, que participará por tercera vez consecutiva de la contienda, ahora con una coalición tan amplia que alberga desde la izquierda del Frente Guasú a la derecha de Patria Querida.
En este escenario hay un factor determinante: se eligen todos los puestos decisivos del Poder Ejecutivo y Legislativo, y no hay una segunda vuelta. Este domingo es a todo o nada.
“Independientemente de quién gane, se elige el 100% del Senado y de Diputados, y con la constitución de 1992 el poder del presidente disminuyó. Para gran parte de lo que quiera hacer necesita del Congreso”, advierte Acosta Garbarino. Y agrega: “Tenemos el Ejecutivo más débil de la región”.
No está errado: según las encuestas, el próximo presidente podría llegar al poder con menos del 35% de los votos y, por lo tanto, se espera un Congreso muy fragmentado.
Como Argentina con Javier Milei, Paraguay también tiene un candidato outsider: Paraguayo Cubas. Declarado admirador del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, y confeso antisistema y nacionalista, el candidato del Partido Cruzada Nacional no para de crecer en las encuestas y se afianza como la tercera opción.
Paraguay tiene unos 7,5 millones de habitantes y 4,8 millones de electores. La participación electoral histórica se ubica entre el 60 y el 69%, lo que arroja unos 3 millones de votantes posibles este domingo. Los estudios le dan un techo de 1 – 1,2 millones de sufragios al Partido Colorado (en las internas de diciembre pasado lograron esa cifra de participación) y a la alianza opositora encabezada por Alegre, una intención de voto cercana al millón.
“Eso deja unos 700 mil sufragios que nadie sabe dónde van a ir, son los votos móviles. Ahí entra la opción de Cubas, pero no se sabe si las intenciones de las encuestas se transformarán en apoyo efectivo”, explica Acosta Garbarino.
La disputa de este domingo cala en la identidad de los paraguayos. La afiliación política es comunitaria. “Ser colorado o libral tiene que ver con la identidad de la gente, como la religión o el apellido. Y es muy difícil que alguien se cambie de religión o de apellido, entonces los partidos tienen una raíz muy fuerte”, explica Acosta Garbarino.
En este contexto, el Partido Colorado tiene una presencia avasallante en el territorio, en gran medida, gracias a su red de “seccionales” (sedes) en todo el país. Esos espacios, explica el presidente de Dende, funcionan como centros sociales de los pueblos. “Hay 411 seccionales y 340 parroquias, es decir que el Partido Colorado tiene más presencia que la iglesia”.
Aún así el final es abierto.
La clave del domingo entonces radicará en la participación. El voto colorado -identitario- es más duro que el liberal, por lo que cuanta más gente acuda a la urnas, más chances tendrá la oposición.
Puede haber una gran afluencia de voto anti colorado.
Es que este sistema de “big bang” electoral acelera los procesos que en otras democracias se producen en las segundas vueltas: el voto útil.
En este caso, el “anti colorado” no es del todo homogéneo. “En 2008, Fernando Lugo ganó y logró dos fenómenos: la unidad total de la oposición y una fractura dentro del Partido Colorado con la candidatura de Lino Oviedo”. Ahora, Acosta Alegre no ve total unidad opositora ni total fractura. “Hay una pelea dentro del Partido Colorado, pero no divorcio…”.
De todas formas, advierte, “siempre puede haber sorpresas”.
El día después
Los paraguayos reclaman estabilidad. Y la posibilidad de un presidente sin mayorías en el Congreso enciende las alarmas. Es que sin respaldo será imposible llevar adelante las reformas profundas que necesita el país.
En el plano macroeconómico Paraguay tiene estabilidad, especialmente apuntalada por la solidez del Banco Central. El país hace 80 años que tiene la misma moneda sin haberle quitado nunca un 0, lo que podría generar envidia en sus vecinos, en especial Argentina.
Pero el desarrollo es la tarea pendiente. Sin un presidente fuerte con respaldo legislativo, parece difícil afrontar los principales desafíos en este terreno: la extrema pobreza, la educación y la lucha contra el crimen organizado que penetró en todas las aéreas del Estado.
En este aspecto, Paraguay necesita urgentemente una reforma policial, de inteligencia y de la Justicia que permita terminar con la corrupción que habilita el accionar sin control de las mafias en el país.
Fuente: INFOBAE