El reciente crimen del sargento Oliver Ramiro Mendoza Orias se inscribe en un trágico historial de efectivos que perdieron la vida en servicio en menos de un año en Bolivia. Es el único caso que tiene al autor, Ovidio Robles Palachay, cumpliendo sentencia de 30 años de cárcel.
En nueve meses y 12 días, seis uniformados, cinco policías y un voluntario del Grupo de Apoyo Civil a la Policía (GACIP), han sido asesinados a balazos, mientras cumplían sus funciones. Cinco crímenes ocurrieron en Santa Cruz y uno en La Paz.
TRIPLE CRIMEN EN PORONGO Los cuerpos sin vida de los policías Eustaquio Olano y Alfonso Chávez Flores y del voluntario del GACIP José David Candia Orozco fueron encontrados el martes 21 de junio de 2022 en la tolva de una camioneta policial en la comunidad de Los Cuchis de Porongo, Santa Cruz.
Las investigaciones dan cuenta de una emboscada donde habría participado Misael Nallar, yerno del capo del narco Jesús Einar Lima Lobo, y sus guardaespaldas, entre ellos colombianos, quienes realizaron al menos 17 tiros para acabar con la vida de los uniformados que llegaron al lugar por denuncia de vecinos que alertaron sobre la conducción peligrosa de teryx y cuadratracks.
Por el triple crimen, Misael Nallar, su hermano Widen Nallar, Jassier Góngora y Esteban Beltrán Muñoz se encuentran con detención preventiva en cárceles de Santa Cruz, La Paz y Cochabamba. El primero, principal sindicado, se encuentra en Chonchocoro. En tanto, Édgar Dorado Menacho continúa prófugo con declaratoria de rebeldía.
ABATIDO POR ‘NARCOS’ El 16 de diciembre de 2022, el sargento Walter Huayhua Yujra fue asesinado por narcotraficantes en el Parque Noel Kempff Mercado, en el municipio de San Ignacio de Velasco, Santa Cruz.
En esa operación dos personas perdieron la vida; el oficial Huayhua, quien recibió tres disparos, y un hombre de nacionalidad colombiana. Los efectivos de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) ingresaron al lugar el 13 de diciembre con el propósito de localizar pistas clandestinas, laboratorios de cristalización o cualquier otra actividad ilícita. El grupo permaneció tres días en la zona hasta que fueron emboscados por narcos.
VÍCTIMA DEL TOCHINHA El 31 de enero de este 2023, el brasileño Felipe Edvaldo Menezez Iglesias, cuyo nombre ficticio es André Luis Xavier Da Rocha, concretó su segunda fuga en Bolivia, pero esta vez dejando sin vida a uno de sus custodios. La noticia generó asombro e indignación y puso bajo la lupa al sistema de seguridad penitenciaria. Su libertad le duró solo 12 horas.
Se escapó el martes 31 de enero, al promediar las 10:40, del Hospital de Clínicas ubicado en la zona de Miraflores de La Paz, en medio de una emboscada y balacera donde el policía Domingo Chávez Condori (52), quien llevaba 23 años de servicio, murió con tres disparos.
Esa mañana, seis privados de libertad salieron de la cárcel de Chonchocoro por atención médica. Cinco fueron trasladados en un vehículo de Régimen Penitenciario, pero uno no pudo ir con ellos por falta de espacio. Era nada menos que Menezez. A él lo llevaron en un minibús particular con una “orden de salida médica de emergencia” sin que su estado de salud sea de consideración. Llegó al servicio de Traumatología por una lesión que sufrió en su país cuando tenía 15 años durante la colisión de unos vehículos.
Se conoció que pasó a revisión y luego debían sacarle una placa radiográfica, pero ese procedimiento no se concretó debido a que el reo brasileño y sus cómplices emboscaron a los dos custodios policiales en un espacio contiguo al servicio de Rayos X y Traumatología. Domingo Chávez Condori y Nelson Choque Álvarez (41) recibieron impactos de bala; el primero perdió la vida en el lugar y el segundo resultó herido.
Felipe Edvaldo, conocido como Tocha o Tochinha en su país (antorcha, traducido al castellano), tiene 39 años, de los cuales al menos 19 los ha pasado cometiendo delitos. Es un privado de libertad, miembro del Primer Comando de la Capital (PCC), de “alta peligrosidad”. La Justicia lo devolvió preventivamente el 2 de febrero a San Pedro de Chonchocoro, el penal de máxima seguridad, cuyos huéspedes son los criminales más peligrosos.
Fuente: OPINION