La adulta mayor, al igual que su hijo y su nuera, ingirió el brebaje que le dio el “yatiri”, quien fue detenido. Ella no despertó más. El caso se registró en una comunidad de Sacaba.
Justina A.A., de 71 años, quiso alejar a su hijo del alcoholismo, pero un curandero le dio un brebaje y acabó con su vida. La Fiscalía investiga la muerte como presunto homicidio.
La adulta mayor, madre de cuatro hijos, murió la madrugada del martes 28 de marzo durante un ritual. Ella, su hijo y su nuera llegaron a la casa del curandero ubicada en la zona de Buena Vista del Distrito Rural Lava Lava, del municipio de Sacaba. El “yatiri” que prometió curar al hombre con problemas de alcoholismo les dijo que ellas también debían ingerir el brebaje para que la “limpia” sea efectiva. La familia quedó inconsciente por horas. Justina no despertó más.
La nieta del curandero al percatarse del hecho despertó al hijo de la víctima, quien se acercó a su madre que ya no respondía y a su esposa que se encontraba inconsciente. La última fue auxiliada y trasladada hasta el Hospital México de Sacaba.
Una de las nietas de Justina denunció que el curandero dejó morir a su abuela. Dijo que la autopsia determinó que la muerte fue al promediar las 02:00, pero recién a las 04:00 despertaron a su tío, hijo de la víctima.
Lo último que recuerdan los sobrevivientes es que el curandero les dio de beber singani mezclado con un polvo blanco. Un laboratorio realiza los estudios para establecer qué mezcla les dio el sindicado, informó el subdirector de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) de Cochabamba, Hernando Sotopeña.
Justina, que se encontraba bien de salud, murió por insuficiencia respiratoria, edema agudo de pulmón e intoxicación por ingesta de órganos fosforados. La familia no descarta que el curandero las haya dormido con la intención de abusarlas sexualmente. La adulta mayor tenía su pantalón al revés.
Tras la denuncia, la FELCC realizó el levantamiento legal del cuerpo de la víctima y lo trasladó al Instituto de investigaciones Forenses (IDIF), donde se hizo la autopsia hasta altas horas de la noche del martes. La casa del curandero fue precintada con fines investigativos.
La familia de Justina clama justicia. Ella cuidaba de una de sus hijas que sufre discapacidad. Piden que el autor, quien fue aprehendido, sea juzgado por la muerte. Temen que sea liberado por ser adulto mayor.
El delito de homicidio se aplica cuando una persona mate a otra y será sancionada con privación de libertad de 10 a 20 años. Si la víctima es niña, niño o adolescente, la pena será de 14 a 25 años.
Fuente: OPINION
