El 6 de septiembre de 2020, Lourdes Ortiz estaba en Virginia, Estados Unidos, cuando su teléfono comenzó a sonar. La buscaban para lo peor. Su hijo Alexander, entonces de 22 años, había sido internado en un hospital de Florida, distante a unos mil kilómetros. Un amigo de su hijo le contó que se había desmayado, pero luego, desde la clínica, le hicieron conocer que su único descendiente recibió un tiro en la cabeza y que “ya no había nada que hacer”.
Alexander Bello Ortiz murió a causa de un disparo en circunstancias misteriosas al interior de su vivienda, misma que compartía con dos compañeros cadetes de la Fuerza Aérea en Daytona Beach, Florida. El informe médico forense dice que tenía una herida de bala en la cabeza, intraoral, penetrante. Y por eso, calificaron su muerte como un suicidio, sin haber profundizado la investigación.
Para María Lourdes, de origen boliviano, cruceña, para más señas, las piezas del rompecabezas no encajaban. La mujer que migró muy joven a Estados Unidos, donde nació Alexander, el 5 de agosto de 1998 en Fairfax, Virginia, estaba decidida a descubrir la verdad. Contrató los servicios de peritos expertos y, pese a que el caso se cerró, siguió con las investigaciones y ahora, con nuevas pruebas, sostiene que uno de los rommies (compañero de casa) asesinó a su hijo. El caso ha sido reabierto y luchará para que la muerte de Alex, como le decían sus seres queridos de cariño, no quede impune.
“El dolor (por la muerte de Alex) es indescriptible. Es como si lo mataran a uno por dentro. No hay dolor más grande en el mundo y no se va con el tiempo”, dice Lourdes. Su sostén emocional ha sido su esposo Harold Dolph, exmiembro del cuerpo de Marina de Estados Unidos.
TRÁGICO FINAL Alex tenía un futuro prometedor, pero la desgracia se cruzó en su camino. Era un estudiante y un cadete brillante que cursaba su último año en una universidad aeronáutica de Florida. Planeaba ingresar en la Fuerza Aérea, pero sus sueños fueron truncados el 6 de septiembre de 2020. Ese mismo año fue nombrado Oficial de Moral de su unidad debido a su excelente desenvolvimiento.
La pandemia del coronavirus, COVID-19, hizo que todos los estudiantes de la Universidad Aeronáutica Embry Riddle, quienes pernoctaban en sus instalaciones, vuelvan a sus hogares. Alex decidió remodelar la casa que sus padres habían comprado en Daytona Beach, una ciudad playera conocida por su circuito de carreras, donde se mudó, junto a dos rommies, el 20 de agosto. Sus compañeros también eran cadetes de la Fuerza Aérea, pero no los conocía bien. A uno lo había visto en entrenamientos, pero del otro, John Burlein, sospechoso, solo sabía que era de Florida.
Alex le había comentado a su madre que iba a cambiar a uno de sus rommies. Tenía problemas con John, uno de los jóvenes que vivía en su inmueble. Un día antes de la tragedia, el 5 de septiembre, las cámaras de vigilancia instaladas en el exterior de la casa captaron un conflicto entre Alex y su compañero debido a que el segundo ingresó al inmueble a amigos, en horas de la madrugada, por lo que el cadete condecorado le pidió explicaciones, pero el otro respondió con amenazas.
El 6 de septiembre, Alex salió a trotar y luego retornó a su casa. A las 11:45, un disparo se escuchó desde su dormitorio. La Policía llegó a la vivienda e ingresó al lugar de los hechos, pero no precintó el lugar, por el contrario, entregó la vivienda al ahora sospechoso y a su padre, quienes habrían ido por baldes, lavandina y otros insumos para realizar la limpieza y, de esa manera, destruir las evidencias.
Para el cuerpo policial se trataba de un suicidio y no había nada más que investigar, solo por el hecho de que la bala había entrado por la boca. Lourdes denuncia negligencia. No acordonaron la casa, no tomaron declaraciones testificales ni muestras a los compañeros para la prueba balística que pudo haber determinado si había o no presencia de residuos de pólvora en las manos. Dieron por cerrada la investigación.
La familia no se resignó. Se tomaron muestras de las manos de la víctima en el hospital, por insistencia de los dolientes, y los resultaron fueron negativos. Según los familiares también había hisopos del rifle, pero se desconocen las conclusiones. La Policía manejaba la hipótesis de que la víctima estaba bajo efectos de hongos cuando perdió la vida, pese a que no encontraron alucinógenos en la vivienda y luego los exámenes toxicológicos descartaron esa teoría.
SALVO LA VIDA DE SIETE PERSONAS Los informes toxicológicos, del hospital y del médico forense, demuestran que Alex no estaba bajo efectos de hongos ni drogas. Es más, tras su muerte, siete de sus órganos fueron donados exitosamente.
Alex cuidaba mucho su alimentación y su salud.
Para la familia del cadete no hay elementos que demuestren el suicidio, pero sí un “asesinato planeado que no fue investigado plenamente por el departamento de la policía local”. Además, señalan que la investigación adicional, privada, revela una cantidad sustancial de pruebas contra el compañero de Alex y evidencia visual y audio que concluyen que Alex fue asesinado a sangre fría.
LOS AUDIOS Y EL DISTINTO RESULTADO Según una publicación de Univisión, la Policía envió audios, captados por las cámaras de vigilancia, a un centro de intercambio de información del Departamento de Justicia en Nashville. Según la transcripción, Bello Ortiz hablaba solo de “tomar hongos” y luego dijo: “¡Bon voyage! (Buen viaje, traducido del francés al castellano). Y se escuchó el disparo.
Sin embargo, las pericias realizadas por una empresa privada, a solicitud de los dolientes, presentó una transcripción distinta. Su madre refiere que Alex no estaba solo en su habitación porque se oye una discusión, forcejeo y luego el disparo. Después, se escucha una conversación por altavoz del teléfono, donde el sospechoso le habría confesado a su padre que Alex estaba muerto y, tras colgar la llamada, se comunica con el 911.
La familia de la víctima presume que el papá dio las instrucciones a John para que cambie la posición del arma y cuente una versión creíble que apunte a un suicidio. No obstante, Lourdes dice que la bala entró por la boca antes de causar daños cerebrales a su hijo, pero el disparo se realizó a una distancia aproximada de un metro y medio, según las pericias.
“Tenemos pruebas directas. Grabaciones que demuestran que Alex fue asesinado y estamos siguiendo un procedimiento legal para sacar todo a la luz. Pedimos una investigación transparente y que se haga justicia”, clama la madre del cadete fallecido.
DOS AÑOS Y CINCO MESES Han transcurrido 903 días desde la muerte de Alex. Lourdes consiguió hace unos meses, con las nuevas pruebas, que el caso sea reabierto. Actualmente, recibe el apoyo de mucha gente, principalmente bolivianos y latinoamericanos, que comenzó a movilizarse en Estados Unidos pidiendo justicia para Alex. Prevén hoy realizar un plantón en la Organización de los Estados Americanos (OEA), de 13:30 a 15:30. El compromiso es luchar hasta que la verdad salga a luz y la muerte del cadete no sea otro caso más en la impunidad.
Fuente: OPINION