Con una tremenda actuación de Fideo, la Juve se impuso con claridad en Francia y avanzó a octavos de la Europa League.
En modo Selección. Intratable y decisivo. En medio de una Juventus deslucida y con poco brillo, Ángel Di María es la luz al final del túnel. Clave en todo sentido: para desequilibrar, generar y también convertir. Tras un 1 a 1 pálido en la ida ante Nantes, Fideo le dio aire al equipo de Massimiliano Allegri y, con una actuación descomunal, fue artífice clave en la victoria 3 a 0 de la vuelta para clasificar a octavos de la Europa League…
Está claro que, con la historia de la Vecchia Signora, el segundo certamen internacional a nivel clubes de Europa le queda chico. Sin embargo, después de algunos cachetazos importantes, al conjunto italiano le cuesta todo. Así y todo, a pesar de las dificultades, todavía le queda un arma letal: Angelito.
A lo largo de los 90 minutos, Fideo dio una clase de alto vuelo futbolístico. Primero, a los 5’ del PT, recibió de izquierda a derecha y, desde el vértice del área, la acarició por encima del arquero francés, Lafont. Una delicatessen. Solamente 15’ más tarde, tras una aventura individual generó un penal y una expulsión por mano, que él mismo transformó en gol. Sí, a los 20 minutos de la primera parte, el rosarino ya había liquidado la serie vuelta y vuelta…
Para colmo, en el final del partido, Di María le puso la frutilla al postre. Luego de una serie de rebotes, de cabeza, clavó el tercero de su cuenta personal. Tremendo. En un equipo opacado y diezmado en los últimos tiempos, el argentino es clave y fundamental. Con sus gambetas y aventuras individuales, él propone otra cosa. Rompe el molde.