Un estudio de la Universidad de California Davis aporta nuevos datos sobre la singular vida sexual de las jirafas, su comportamiento reproductivo y cómo su anatomía favorece ese comportamiento.
No tienen una época de apareamiento fija. No entran en celo, como las perras o las gatas. No hacen llamadas de apareamiento ni dan señales visuales de disposición sexual. Entonces, ¿cómo sabe una jirafa macho que sus avances serán bien recibidos? En pocas palabras: orina, feromonas y un suave codazo.
El estudio, publicado en la revista Animals, describe cómo las jirafas macho ponen a prueba la receptividad sexual de las hembras.
En primer lugar, los machos provocan a las hembras para que orinen dándoles codazos y olfateando sus genitales. Si la hembra se muestra receptiva, amplía su postura y orina durante unos 5 segundos mientras el macho se lleva la orina a la boca. A continuación, curva el labio e inhala con la boca abierta, un acto denominado flehmen que transporta el olor y las feromonas de la hembra desde su cavidad bucal hasta el órgano vomeronasal.
El estudio proporciona la comprensión más precisa hasta ahora de cómo se produce el flehmen con la anatomía de las jirafas. Aunque el flehmen es común entre muchos animales, incluidos caballos y gatos, la mayoría de los mamíferos esperan a que la orina esté en el suelo para investigar. La jirafa, sin embargo, no está hecha para tales exploraciones.
“No se arriesgan a llegar hasta el suelo debido al extremo desarrollo de su cabeza y cuello”, explica en un comunicado Lynette Hart, autora principal y profesora de Salud de la Población y Reproducción de la Facultad de Veterinaria de la UC Davis. “Así que tienen que empujar a la hembra diciéndole: ‘Por favor, orina ahora’. Y a menudo lo hace. Tiene que conseguir su cooperación. Si no, sabrá que no tiene futuro con ella”.
Hart y su coautor y marido Benjamin Hart, profesor emérito de la Facultad de Veterinaria de UC Davis, fueron testigos de este comportamiento en varios viajes de investigación al Parque Nacional de Etosha, en Namibia.
En la parte occidental del parque había grandes abrevaderos donde se reunían docenas de jirafas. Lynette lo definió como “un sueño hecho realidad” para observar jirafas. “A menudo se ven unas pocas en la distancia, pero no de cerca”, dice.
Benjamin había estudiado cómo funcionaba el comportamiento de las jirafas dentro de la anatomía de otros animales, incluidas las cabras. Durante sus viajes a África Oriental, los Harts sospecharon que en las jirafas se producía un proceso similar.
“Forma parte de su comportamiento reproductivo”, afirma Benjamin Hart. Esto nos ayuda a comprender mejor lo que hacen las jirafas cuando se acumulan alrededor de un pozo de agua”. A la gente le encanta ver jirafas. Creo que cuanto más las conozca el público, más interesado estará en su conservación.”
Fuente: EUROPA PRESS