Con un cuerpo parecido al del erizo, los equidnas son uno de los animales más misteriosos de la naturaleza. El motivo se debe a que, junto con los ornitorrincos, sus ‘primos cercanos’, son la única especie de mamíferos que ponen huevos. Pero hay un rasgo mucho más singular en este animal que se alimenta de hormigas y es que los machos tienen un pene con cuatro glandes.
Al igual que los ornitorrincos, los equidnas (Tachyglossidae) pertenecen al orden taxonómico de los monotremas, un grupo de mamíferos primitivos que conservan características de los reptiles, tales como su reproducción ovípara y su cloaca (un orificio donde desemboca el aparato urinario, el reproductor y el tubo digestivo).
El misterio del ‘pene cuádruple’ de los equidnas
El pene de los equidnas machos tiene cuatro glandes con forma de roseta, de las cuales solo utiliza dos durante una copulación. Pero eso no quiere decir que la otra mitad no sirva, sino que lo utilizan en un encuentro sexual posterior. En otras palabras, su funcionalidad es rotativa.
Durante varios años, la anatomía reproductiva de estos mamíferos había sido un misterio; sin embargo, en 2021 un grupo internacional de científicos, liderado por la bióloga australiana Jane Fenelon, logró por primera vez descifrar su funcionamiento tras replicar en un modelo 3D el miembro sexual de un equidna macho domesticado.
Fenelon y sus colegas describieron en su artículo científico que, a diferencia de otros mamíferos que tienen un único conducto uretral, en los equidnas la uretra se divide en dos y cada uno de ellos se vuelve a ramificar nuevamente al final del pene.
Ahora, ¿por qué no funcionan los cuatro glandes al mismo tiempo? La razón se debe a las características de sus dos tejidos eréctiles. Estos son el cuerpo cavernoso y el cuerpo esponjoso: el primero se encarga de mantener la erección y el segundo de garantizar que el conducto de la uretra permanezca abierto durante la rigidez del miembro.
En la mayoría de los mamíferos, ambos tejidos están separados en la base del pene, pero luego se fusionan en un solo. Pero esto no sucede con los equidnas, en los cuales los cuerpos cavernosos se fusionan, pero los cuerpos esponjosos permanecen como dos estructuras distintas.
Esto da lugar a que el extremo del pene del equidna actúe como dos glandes separados. Así, el flujo sanguíneo puede dirigirse hacia un lado u otro del cuerpo esponjoso para controlar qué mitad se pone erecta y qué rama de la uretra permanece abierta.
Los equidnas solo habitan en las islas de Nueva Guinea, Salawati, Australia y Tasmania, territorios en donde los primeros especímenes fueron descubiertos por el biólogo británico George Shaw en el siglo XVIII.
Fuente: LA REPÚBLICA