Trabaja en un radiomóvil y se presentó con un nombre falso ante sus pasajeras; una de ellas fue violada al menos dos veces
Alarmante. Hasta el viernes, en solo 13 días de lo que va del año, se presentaron cinco denuncias de violación en Sucre: un promedio de un vejamen cada dos días y medio. Uno de estos casos involucra a una joven de 18 años que sentó una denuncia en la EPI Patacón contra un taxista de 39 años, identificado con nombre y apellido y al que la Policía está buscando.
El debate por la seguridad en el transporte público es de larga data en Sucre, Bolivia y el mundo. En el ámbito local, una buena parte de la población se pregunta hasta qué punto uno puede sentirse seguro al tomar un taxi de la calle, con un completo desconocido al volante.
Sobre todo las mujeres acostumbran a subirse a uno de estos vehículos fijándose antes en la cara del conductor, si está solo o si viaja acompañado por otra mujer, más aún en horario nocturno o de madrugada. Otras optan por llamar a un radiotaxi.
Lo cierto es que, como dice el viejo refrán, “confianza, ni en la camisa”.
TAXISTAS
Un caso reciente involucra al chofer de un radiomóvil denunciado en Sucre por un delito que tiene una pena de hasta 15 años de cárcel.
La semana se cierra con otros hechos delincuenciales que involucran a taxistas; por ejemplo, con ‘pildoreadas’ a sus pasajeros para robarles y dejarlos abandonados a su suerte en diferentes lugares de la ciudad.
CORREO DEL SUR supo de una fuente confiable que todos estos actos delictivos fueron puestos en conocimiento del Ministerio Público, incluido el de una joven de 18 años que fue violada sistemáticamente desde diciembre del año pasado, según su relato, Ella rompió el silencio el miércoles pasado.
Este proceso tiene investigador y fiscal asignados y un juzgado del Tribunal Departamental de Justicia de Chuquisaca ejerce control jurisdiccional en la etapa preliminar de la investigación.
MOTEL Y PASTILLAS
Bertha (nombre ficticio) cuenta que entró a trabajar a un restaurante que funciona en la Avenida de las Américas el 9 de diciembre, día desde el que –por encargo de la dueña y según las condiciones del acuerdo que pactaron– un móvil recogería a todas las trabajadoras al final de la cada jornada laboral (pasada la medianoche) para dejarlas sanas y salvas en sus casas.
El denunciado se presentó ante todas sus pasajeras como “Alex” –en realidad su nombre verdadero es otro, según se supo luego de sentada la denuncia– y comenzó a recogerlas todas las noches, entablando un diálogo que a simple vista no hacía temer situaciones de peligro. Aunque, “cuando yo venía sola, este señor no quería hacerme llegar a mi casa, me hacía dar vueltas”, dijo la víctima en su denuncia.
Una noche de diciembre, el conductor dejó a las compañeras de Bertha en sus casas y se quedó a solas con su víctima. La condujo hasta un motel ubicado frente al Parque Multipropósito, “con paredes blancas y letras grandes, azules” y la obligó a entrar al recinto pese a escuchar su rechazo a entrar a ese lugar.
“Después de que entramos al motel, este señor se baja del auto y, como no quise entrar, me quiso sacar cargando del auto para que entre. Me agarró de mi brazo y me metió a la fuerza”, narró en su denuncia ante la Policía. También describió a detalle lo que sus ojos vieron en ese ambiente.
Y denunció que “Alex” empezó a tocarla, la obligó a echarse en la cama, le quitó su ropa y “me obligó a tener relaciones sexuales a la fuerza; después pagó, nos salimos y me llevó a mi casa”.
Al día siguiente, siempre según el relato de la víctima, él le habló por WhatsApp para entregarle pastillas, presumiblemente de las que evitan embarazos, conocidas como “del día después”. “Me encontré con ese señor Alex y me dio pastillas en una bolsita y en mi trabajo tomé. Eso fue un día”, detalló.
MÁS ABUSO SEXUAL
Bertha no recuerda la fecha exacta de la segunda violación y tampoco sabe el nombre del motel a la que su agresor la condujo, pero dijo que está situado por la zona de Villa Margarita, donde también por medio de intimidación y violencia física fue abusada.
“Tuve relaciones sin mi consentimiento. También yo no quise entrar (al motel), le dije (a “Alex” que) me lleve que a mi casa porque tenía sueño. Pero llegué a mi casa a las cuatro de la mañana…”. Como esa vez, el chofer hizo otros intentos de vejarla. “Pero yo me bajaba rápido de su auto”, agregó la víctima.
Sin embargo, esta misma semana, el lunes 9, “este señor trató de llevarme al motel del colegio Tucsupaya; ahí trató de meterme. Le dije que no, que estaba agarrando bolsas de mi jefa, que tenía sueño. Me compró un maltín y me dijo que era rico, para convencerme. Lo metí a mi mochila”.
Acto seguido, la llevó a su casa y cuando parqueó su auto cerca, salió por la puerta, ingresó a los asientos traseros y cerró. Quiso violarla en el auto. “Me empezó a tocar mi cuerpo, mis partes íntimas, me besó y, en eso, yo aproveché para abrir la puerta, le empujé y me salí a mi casa. Vi que quiso venir. Yo le conté todo a mi hermano Carlos (nombre ficticio) y me pidió el número de mi jefa y le contó a ella todo de este taxista de este móvil”, relató la mujer.
Al día siguiente, martes, el violador escribió al WhatsApp de su víctima. “Me dice que le disculpe y que no le cuente nada a mi jefa, que le agarraron de la Policía y le dejaron ir y que los del móvil le retaron. Me dijo que quería hablar conmigo”. Pero eso no ocurrió. La dueña del restaurante averiguó en el radiomóvil que el chofer que recoge a sus trabajadoras tiene las siguientes M.V.O. y no se llama “Alex”. “Eso dijo mi jefa”, concluye Bertha en su denuncia presentada el miércoles 11.
VIOLADORES
En Bolivia, México, Argentina o España, se reportan continuamente casos de taxistas violadores que actúan solos o con cómplices; que delinquen una vez o llegan a convertirse en violadores seriales.
Fuente: CORREO DEL SUR