Independiente se habrá ido con algunas buenas sensaciones y eso no es poco. Para Boca la foto del partido es parecida, porque si bien es cierto que no dejó una buena imagen, tampoco tenía mucho para ofrecer tras su primer amistoso de la pretemporada y una final a la vuelta de la esquina.
El partido tenía (y tuvo) un peso diferente en uno y otro equipo. Y mucho de eso se notó. Para Boca era la primera antesala al objetivo próximo: la Supercopa Argentina ante Racing, en Abu Dhabi, el próximo 20. Para Independiente, en cambio, era un objetivo en sí mismo. Después de varios amistosos más bien informales, era el primer partido de su nuevo entrenador (Leandro Stillitano) al frente del equipo, con muchos jugadores nuevos y una idea en construcción. En ese marco, la intensidad estuvo del lado de Independiente. No porque para Boca el encuentro no tuviera importancia, sino porque se notó que la puesta a punto era diferente y el compromiso mental también.
El nuevo Independiente tiene rasgos del equipo de Ariel Holan, de cuyo cuerpo técnico Stillitano era parte: pelota al piso, intensidad, presión alta. Por momentos, el Rojo lo hizo bien e impuso su ritmo sobre un Boca más estático y con menos punch, aunque le faltó continuidad, y la postura se fue desdibujando con el correr del partido. Interesante Márquez, prometedor Matías Giménez. Ellos fueron los más peligrosos. Chila, de hecho, fue protagonista de las tres llegadas de Independiente en el primer tiempo: un zurdazo que se fue cruzado y ancho (falta previa a Briasco no señalada por Falcón Pérez), un contraataque feroz, con un tiro que Rossi salvó con un manotazo y una enorme jugada de Giménez (pared, amague y pase gol impecable) que Márquez se le fue arriba desde una posición ideal.
Boca no mostró mucho, más allá de un par de desbordes de Villa y Briasco. Ni Varela se impuso en el medio, ni Ramírez ni Pol le dieron fútbol, por eso llamó la atención que, con siete cambios a disposición, Ibarra sólo modificara el arquero. Y eso se notó en la cancha: Boca seguía sin patear al arco para probar a Rodrigo Rey, el arquero debutante del Rojo.
Recién a 20 del final, Ibarra puso a Langoni y a Romero, buscando más fútbol con el paraguayo y más punch con el juvenil. Con uno más, Boca sí adoptó una postura más agresiva. Ya con Pipa de nueve la búsqueda tuvo otro sustento, al menos desde la intención. Boca lo tuvo en un centro de Villa (tras pared con Fabra) que Romero no alcanzó a cabecear bien y en un remate de Benedetto que se fue por arriba luego de una recuperación alta de Advíncula.
Queda el sinsabor de los incidentes (inexplicable una pelea alambrado de por medio, sin que haya seguridad para prevenir el papelón) y un partido que se fue quedando en intenciones. Boca sabe dónde está parado porque tiene más referencias en el pasado, para el Rojo es un buen piso desde donde construir futuro.
Fuente: OLÉ
