El calentamiento del agua de mar provocado por el clima está causando una ralentización de los patrones de circulación profunda en los océanos Atlántico y Austral.
Según científicos del sistema terrestre de la Universidad de California en Irvine, si este proceso continúa, la capacidad del océano para eliminar dióxido de carbono de la atmósfera se verá gravemente limitada, lo que agravará aún más el calentamiento global.
En un estudio reciente publicado en Nature Climate Change, estos investigadores analizaron las proyecciones de tres docenas de modelos climáticos y descubrieron que la Circulación Meridional de Oscilación del Atlántico y la Circulación Meridional de Oscilación del Sur se ralentizarán hasta un 42% de aquí a 2100. Las simulaciones sugieren que, en el peor de los casos, el SMOC podría desaparecer por completo en 2300.
“El análisis de las proyecciones de 36 modelos del sistema terrestre en una serie de escenarios climáticos muestra que un calentamiento global descontrolado podría provocar la interrupción de la circulación oceánica profunda”, afirma en un comunicado J. Keith Moore, coautor del estudio y catedrático de Ciencias del Sistema Terrestre de la UCI. “Esto supondría un desastre climático de magnitud similar al deshielo completo de las capas de hielo en tierra”.
En el Atlántico, a medida que el agua caliente fluye hacia el norte en la superficie, se enfría y se evapora, haciéndola más salada y densa. Esta agua más pesada se hunde en las profundidades oceánicas y se dirige hacia el sur, donde acaba remontando, transportando desde las profundidades los nutrientes que constituyen la base alimenticia de los ecosistemas marinos.
Además, la circulación oceánica que se extiende por todo el planeta crea una poderosa fábrica para el procesamiento del dióxido de carbono atmosférico. La interacción física y química básica del agua de mar y el aire -lo que Moore y sus colegas denominan “bomba de solubilidad”- arrastra CO2 hacia el océano. Aunque la circulación oceánica devuelve parte del carbono al cielo, la cantidad neta queda secuestrada en las profundidades del océano.
Además, se produce una “bomba biológica” cuando el fitoplancton utiliza el CO2 durante la fotosíntesis y en la formación de conchas de carbonato. Cuando el plancton y los animales más grandes mueren, se hunden, descomponiéndose lentamente y liberando el carbono y los nutrientes en las profundidades. Una parte vuelve a la superficie con la circulación y el afloramiento, pero otra permanece almacenada bajo las olas.
“Una interrupción de la circulación reduciría la absorción por el océano del dióxido de carbono de la atmósfera, lo que intensificaría y prolongaría las condiciones climáticas cálidas”, explica Moore. “Con el tiempo, los nutrientes que sustentan los ecosistemas marinos quedarían cada vez más atrapados en las profundidades oceánicas, lo que provocaría un descenso de la productividad biológica del océano global”.
Los seres humanos dependen de la bomba de solubilidad y de la bomba biológica para ayudar a eliminar parte del CO2 que se emite al aire a través de la quema de combustibles fósiles, las prácticas de uso del suelo y otras actividades, según Moore.
“Nuestro análisis muestra también que reducir ahora las emisiones de gases de efecto invernadero puede evitar en el futuro el cierre total de la circulación profunda”, afirmó.
Fuente: Europa Press