Los arqueólogos están sorprendidos de que un reino maya de hace 2.000 años sea tan grande y complejo como para albergar casi 1.000 asentamientos y múltiples caminos.
Un equipo internacional de arqueólogos ha descubierto una gran civilización maya de 2.000 años de antigüedad oculta en el norte de Guatemala, anunciaron en un reciente artículo publicado en la revista científica Mesoamérica Antigua
Los investigadores, liderados por Richard D. Hansen, descubrieron el nuevo reino maya utilizando Lidar (Light Detection And Ranging), un escáner láser aéreo que devela estructuras debajo de la espesa vegetación de la jungla y que también se ha utilizado antes para descubrir territorios perdidos en la Amazonía.
Un reino antiguo y complejo
El nuevo reino, que data del período preclásico maya (1000 a. C.-150 d. C.), estuvo formado por 964 asentamientos. De todos ellos, 775 sitios se hallaban en la cuenca kárstica de El Mirador-Calakmul y los otros 189 en la cordillera de su alrededor.
En conjunto, todos los asentamientos cubrían aproximadamente un área de 1.685 kilómetros cuadrados, detallan en su investigación.
Los sitios estaban interconectados por múltiples caminos que, en conjunto, formaban una red vial de aproximadamente 117 kilómetros de distancia. Este estrecho contacto habría facilitado que los antiguos mayas se desplacen fácilmente de un asentamiento a otro y habría permitido los esfuerzos laborales colectivos.
Asimismo, se encontró evidencia de grandes plataformas y pirámides que podrían haber funcionado como centros para el trabajo, la política o la recreación, además de canales y depósitos de agua que permitan su uso.
Todas esas características revelan que los asentamientos de esta zona estaban densamente poblados y al parecer tenían dinámicas complejas, aspectos que contradicen las hipótesis de que los pobladores del período maya preclásico eran primitivos y no tenían ninguna capacidad de construcción.
“La consistencia de formas y patrones arquitectónicos, cerámica, arte escultórico, patrones arquitectónicos y construcciones unificadoras de calzadas dentro de un territorio geográfico específico sugiere una solidaridad orgánica, centralizada, política, social y económica entre los ocupantes”, explican los autores.
Fuente: LA REPÚBLICA