Llevaba Serrat ocho meses despidiéndose de los escenarios con ‘El vicio de cantar’, una larga gira de 74 conciertos por América y prácticamente toda la geografía española. Pero dejó Barcelona para el final. Durante su gira su despedida en Latinoamérica, se reunió también con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y con el chileno Gabriel Boric.
“Mis sentimientos son, qué quieren que les diga, algo contradictorios, en esta noche en que solemnemente proclamo mi despedida por voluntad propia. Será el último concierto pero me lo quiero pasar de cojones” dijo el gran divo catalán, porque quizás no hay otra mejor forma de llamarle, en la más especial de todas sus noches.
Llevaba Serrat ocho meses despidiéndose de los escenarios con ‘El vicio de cantar’, una larga gira de 74 conciertos por América y prácticamente toda la geografía española. Pero dejó Barcelona para el final, para cerrar el ciclo en el mismo lugar donde empezó, allá por 1965: casi como un regalo de Nochebuena para su ciudad.
Asistieron al último concierto una gran representación de la clase política española y catalana empezando por el presidente español Pedro Sánchez y la alcaldesa Ada Colau. Con el primero llegaron tres ministros: el de Cultura, Miquel Iceta, junto al director general del Inaem, Joan Francesc Marco; el de Universidades, Joan Subirats, y de Exteriores, José Manuel Albares, y de la Generalitat, la consellera de Cultura, Natàlia Garriga.
Conocido como “el noi del Poble Sec” [el chico de Poble Sec, en catalán], por el popular barrio barcelonés en el que creció -y donde ahora una placa recuerda su nacimiento el 27 de diciembre de 1943-, Serrat comenzó su carrera a mediados de los 60.
Cantante comprometido y de profunda sensibilidad en sus letras, fue de los representantes de la “Nova Cançó Catalana”, aunque su primer gran éxito llegaría en 1969 con el álbum en castellano dedicado al poeta español Antonio Machado.
De firmes ideales progresistas, Serrat pertenece a la generación de artistas que lucharon contra el régimen franquista (1939-1975), al que no dudó en incomodar cuando rechazó cantar en Eurovisión por no poder hacerlo en catalán.
“Yo he vivido toda mi vida con las dos lenguas y no he tenido problema, en cambio lo que no puedo convivir es con la represión sobre una de las dos”, contó recientemente en referencia tanto a su lucha contra la prohibición del catalán durante la dictadura como a sus posteriores críticas al independentismo.
Hijo de un operario catalán y una aragonesa que sufrió intensamente la muerte y la crudeza de la Guerra Civil (1936-1939), llegó a exiliarse unos meses en México en los últimos estertores del franquismo y nunca ocultó su oposición a las dictaduras militares sudamericanas.
La memoria, las raíces y la libertad atraviesan la obra de este artista de voz vibrante y cálida poesía, reconocido con múltiples galardones como el I Premio Nacional de las Músicas Actuales o la medalla de la Legión de Honor de la República Francesa.
El anuncio de su despedida provocó un reguero de reacciones y recononocimientos, como la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio -la mayor de España para quienes no son jefes de Estado-, que le entregó en febrero el presidente español, Pedro Sánchez.
Durante su gira su despedida en Latinoamérica, se reunió también con el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y con el chileno Gabriel Boric.
Más de medio año de emotivas despedidas, aunque Serrat recuerda que se baja de los escenarios, pero nunca de la música.
Fuente: RFI