A simple vista parece un avión privado, pero lo importante está en la infraestructura interna
El Artemis II, que lleva varias semanas vigilando los cielos de Ucrania, forma parte de la creciente flota de aviones de inteligencia propiedad de contratistas del servicio. No es Estados Unidos quien lo ha fabricado, simplemente contrata sus servicios, que por ahora solo están disponibles para determinadas potencias. Los aviones pertenecen, son operados y mantenidos por empleados de Leidos, no por el Ejército. Pero, a través de satélites, los oficiales del Ejército en los Estados Unidos pueden conectarse a los sensores del avión de forma remota. El Ejército esencialmente le paga a Leidos una tarifa por hora.
“El Artemis II – explica Mike Chagnon, director de Leidos – vuela en un patrón similar al de una cortadora de césped, cubriendo cuadrantes, durante 10 horas diarias, 6 días a la semana, en las cuales recopila una enorme cantidad de datos. No vamos a entrar en la zona de conflicto, solo miramos hacia abajo, desde la altura”.
Leídos básicamente adaptó un Bombardier Challenger 650 para poder ser rápidamente configurable: puede llevar decenas de ordenadores o hasta 16 personas y todo el sistema se puede cambiar en apenas unas horas. El fuselaje de esta nave es completamente blanco y apenas si tiene algo que lo distinga, pero en la cabina tiene dos ordenadores de gran potencia, una docena de antenas que trabajan con diferentes frecuencias. Tiene un alcance de 4.000 km y puede estar hasta 10 horas en vuelo sin necesidad de reabastecimiento.
Fuente: La Razón