De padres marroquíes, nació en Madrid pero sufrió el racismo y la discriminación. Lo descubrió el Real pero nunca lo valoró. Triunfa en Paris y ahora se metió en semifinales
Achraf Hakimi se paró frente a la pelota como se ha parado en la vida misma, con la misma personalidad y las mismas convicciones. Y corrió hacia ella con el mismo valor que ha vivido y ha enfrentado todo tipo obstáculos. Con ese coraje, además, tomó una decisión arriesgada, picar la pelota en la acción que podía definir el pase de su país a cuartos de final. Sí, el penal más importante de la historia de Marruecos. Pero el lateral, uno de los mejores del Mundial, demostró tener la suficiente personalidad y calidad para hacerlo. La decisión salió perfecta, dando un poco de justicia divina a su historia si miramos para atrás. Y, además, despertando la locura en el estadio y el país de sus padres. En realidad, el suyo porque si bien Hakimi nació en Madrid y se crio en España, justamente al rival que eliminó de este Mundial, él siente todo como un marroquí más, por la crianza que tuvo en su casa… Y por lo que ha tenido que atravesar. Porque, como gran parte de los hijos de inmigrantes en Europa, Achraf no la pasó bien. Ni él ni su familia. Pero, una vez más, el deporte -el fútbol- ha sido la tabla de salvación, sobre todo a partir de que un ojeador del Real Madrid lo vio jugar en Getafe, ciudad ubicada al sur en la Comunidad de Madrid, y se lo llevó a la Casa Blanca.
Luego, con momentos felices y otros no tanto, se hizo camino al andar hasta llegar a la elite del fútbol mundial. Este martes pasado llegó el sumum y el mejor resumen fue el verlo trepar otra vez hacia la tribuna para besar a su madre Saida, como lo hizo aquel 27 de noviembre, tras el primer golpe de Marruecos en el Mundial, ante Bélgica. Aquella foto, del sentido beso del hijo a su madre en la cabeza, quedó como la tierna del torneo y ahora se repitió. Pero ojo, puede no ser la última… Este sábado, desde el mediodía argentino, toca Portugal y quién se atreve a predecir que Marruecos no puede dar otra sorpresa… Aquí, por lo pronto, desandaremos la historia de este hijo de inmigrante que en Qatar está tocando el cielo con las manos y disfrutando de lo que siempre soñó… Inspiración pura para muchos en este mundo.
“Fui a probarme con la Selección española. Estuve un par de días en Las Rozas y vi que no era mi sitio adecuado. No me sentía como en casa. No era por nada en concreto, sino por lo que yo sentía, porque no era lo que había mamado y vivido en casa, que es la cultura árabe, ser marroquí. Yo quería estar aquí”, resaltó. La relación tan cercana de Achraf con sus padres fue determinante. El lateral, profundamente identificado con el país natal de sus padres y su cultura, eligió a Marruecos como su selección. Tras su debut en 2016, con 16 años y tras una corta experiencia en equipos U17 y U20, ya lleva 61 partidos oficiales con la Mayor y, lo más importante, su segundo Mundial. Justamente esta cita máxima le dio su revancha: el poder ganarle a España. Y en los festejos no se olvidó de Sergio Ramos, su compañero en el PSG, quien quedó afuera del plantel español. Cuando pasó, posteó que Sergio “es el mejor defensor del mundo”. Bueno, este martes, tras picar el penal, hizo el mismo festejo que Ramos, el pingüino. Está claro que no se guarda nada…
El futbolista no lo detalló, pero lo que ha pasado durante tantos años en España también le quitaron las ganas de representar a un país que lo ha hecho sufrir, más allá de haberle dado un lugar. Lo que vivió él -y sus hermanos- es el resumen la historia de muchos hijos de migrantes en Europa. Incluido el racismo que él mismo se encargó de denunciar: “Aun teniendo mi DNI y mi pasaporte, da igual. Ven un nombre árabe, ven tu cara marroquí y hacen cosas racistas. Puedo ir en un auto caro y cuando te detiene la Policía te trata pensando que somos ladrones de autos… Simplemente por nuestra apariencia”, admitió. Nunca se calló. Por eso, además, es tan querido en Marruecos. Porque tiene compromiso político y lo deja claro con sus posturas. Como el apoyo a la causa palestina contra la ocupación israelí. Por eso es abucheado cada vez que juega en Israel, por caso.
Tampoco es casualidad que su pareja sea Hiba Abouk, un actriz española de ascendencia tunesina que ganó fama a partir del 2010, sobre todo desde su actuación en 2014 en la serie El Príncipe. A Hakimi lo conoció en 2018 y enseguida los unió sus historias, ser hijos de inmigrantes árabes. Hace dos años residen en París y tienen un hijo de esa edad, Amín. La pareja lleva la cultura árabe en sus venas y ambos han sido educados en la cultura musulmana.
Por eso no sorprende que Hakimi viva un presente soñado, representando a los suyos, a sus raíces, a su pueblo y a sus padres. Todos, en este caso, representado en ese beso a Saida…
Fuente: INFOBAE