A inicios del siglo, el ‘deporte de los jeques’ fue señalado de vulnerar los derechos humanos por usar niños como jinetes, por lo que introdujeron el uso de robots, a través de los cuales se maneja y alienta al animal.
Para gran parte del planeta, el fútbol es el deporte más importante y uno de los pocos que puede hacer que todo se detenga: las personas cambian sus horarios para ver los encuentros, visten camisetas de países que no conocen, se reúnen, disfrutan, ríen y lloran.
El Mundial de Fútbol, que se celebra cada cuatro años, es la competición más importante dentro del deporte rey; y la edición de este año se llevará a cabo en Qatar, un remoto país ubicado en el oeste de Asia con uno de los PBI más altos del mundo y que ha sido cuestionado por su hostilidad con miembros de la comunidad LGBT, inmigrantes y respecto a los derechos de las mujeres.
En el país, la carrera de camellos es el deporte nacional, mueve millones de dólares y, en muchos casos, interesa más que el fútbol. A inicios de siglo, estuvo a punto de desaparecer por atentar contra los derechos humanos y ahora se lleva a cabo con jinetes robot.
Incluso, la familia real (los Al-Thani) tiene un establo con alrededor de 14.000 camellos y 9.000 trabajadores que se encargan de mantenerlos, de acuerdo al medio español AS. Por esta razón, a esta práctica se le conoce como el ‘deporte de los jeques’.
Abusos contra los niños
Hasta inicios del siglo, los animales eran montados por niños, pero esta práctica fue declarada ilegal a fines de 2004 y pasó a usarse pequeños jinetes robots.
La medida llegó luego de que grupos pro derechos humanos denunciaran ante la Organización de las Naciones Unidas que estas carreras incluían a niños de corta edad, que muchas veces eran vendidos por familias de bajos recursos de Sri Lanka, Bangladesh o Pakistán a países como Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Qatar, Bahrein y Omán.
Dichas organizaciones afirmaban que los niños eran obligados a vivir en condiciones infrahumanas para mantener un bajo peso desde los 6 años.
Los ‘jinetes robot’
Los robots, pese a ser pequeños, tienen forma humanoide: visten colores llamativos, usan lentes y suele ser controlados a la distancia. El operador puede ordenar que se tire de las riendas y alentar al camello a través de un altavoz. Los dromedarios pueden correr velocidades de hasta 65 km/h, las mismas que son monitoreadas a través del jinete.
Las pruebas en los hipódromos están abiertas al público y en los exteriores la afición persigue a los animales conduciendo autos a lo largo de la pista, riendo y grabando cada instante de la carrera.
El premio al ganador de la temporada es de un millón de dírhams (más de 240.000 dólares). Según señala AS, los camellos se subastan por montos que superan el medio millón de dólares. Además, alimentarlo, entrenarlo y demás cuidado puede costar más de 300 dólares al día.
Fuente: LA REPÚBLICA