Los nuevos test genéticos, a través de la secuenciación genómica y algoritmos complejos, identifican los biomarcadores de cada persona. Con los resultados, los profesionales de la salud pueden diseñar un plan a medida para incorporar hábitos saludables
No sólo los alimentos que comemos, sino la forma en la ingerimos cada plato y la situación emocional frente a esa ingesta impacta en el microbioma y en el sistema inmune, la primera línea de defensa que los seres humanos tenemos frente a las enfermedades y el avance del envejecimiento.
La comunidad de microorganismos (como hongos, bacterias y virus) que existe en un entorno determinado componen el microbioma. En los seres humanos, incluye a los microorganismos que habitan una parte específica del cuerpo, como la piel o el tracto gastrointestinal. Estos microorganismos son dinámicos y reaccionan distinto frente a diferentes factores ambientales, como la alimentación, el sueño, la actividad física o el consumo de medicamentos.
El microbioma es fundamental para el estado de la salud, porque se compone por trillones de microbios que nos acompañan desde hace cientos de miles de años de evolución humana. En este beneficio mutuo, nosotros les damos cierto nutrientes, pero ellos nos aportan muchas funciones que son importantes para el organismo, como el perfecto equilibrio de nuestro sistema inmune”, detalló a Infobae Martín Vázquez, científico especialista en genómica e investigador de CONICET, con más de 10 años de experiencia en secuenciación genética, bioinformática y biotecnología.
Los malos hábitos de cada día, cada vez más extendidos en la vida urbana actual, afecta el equilibrio del microbioma intestinal: “Vivir rápido, corriendo y estresados, algo habitual en las ciudades, donde se registra la peor calidad de sueño y el alto consumo de comidas ultra procesadas, son todos malos hábitos que impactan en el microbioma y reducen su diversidad, generando pequeños desequilibrios en el sistema inmune”.
Esto provoca que, en la actualidad, “nuestro sistema inmunológico esté, la mayoría del tiempo, alerta ante un inminente ataque por culpa de los malos hábitos. Así, el sistema inmune esté preactivado todo el tiempo, provocando lo que llamamos inflamación crónica de bajo grado”, explicó Vázquez.
Este desorden del sistema inmune y la inflamación persistente crea un terreno propicio para el desarrollo de enfermedades crónicas, como afecciones cardiovasculares, diabetes tipo 2, depresión, enfermedades autoinmunes o intestinales, apuntó Vázquez. ¿Cómo modificar entonces esas pequeñas acciones cotidianas o malos hábitos que inician un espiral que atenta contra la salud integral?
Los avances científicos tras descifrar el genoma humano, abrieron la puerta a la posibilidad de obtener información precisa con los datos del ADN. Ahora la ciencia sabe que la genética, el microbioma intestinal (el genoma colectivo de microorganismos que optimizan nuestro sistema inmunológico) y el estilo de vida determinan la calidad de vida a largo plazo, y en consecuencia, la forma en la que envejecemos.
Aquí es donde la secuenciación genética junto a la biotecnología aportan herramientas para la prevención de enfermedades. Vázquez, junto a Fabian Fay, bioquímico con más de 30 años de experiencia en farmacología y diagnóstico clínico, crearon Heritas, una compañía biotecnología con base en Rosario, Argentina. Recientemente, lanzaron el programa Rewell, cuyo objetivo es organizar un plan de hábitos para potenciar el bienestar y prevenir el desarrollo de enfermedades.
Heritas cuenta con el soporte del Grupo Bioceres, una avanzada plataforma de ciencias de la vida de América Latina, y Cibic, un laboratorio rosarino, con más de 30 años en la industria de salud.
El plan Rewell incluye un kit donde se analiza el ADN y el microbioma intestinal para encontrar las claves de una vida saludable junto a expertos en genética y nutrición. El test consiste en una toma de muestra de saliva (test genético) y de heces (test de microbioma), las muestras se recolectan de forma sencilla y en la casa de la persona que se realizó la prueba. Luego, se envían para su análisis en el laboratorio.
Las muestras se someten a una secuenciación genética mediante algoritmos complejos, así se analiza las características del microbioma y los marcadores genéticos, y se vinculan esos datos para generar un reporte preciso sobre el organismo y la salud integral de cada persona. Una vez obtenidos esos biodatos específicos, los profesionales de la salud diseñan un plan de hábitos personalizado, en base al perfil genético individual.
A través del test genético, se analiza una cuidadosa selección de marcadores para identificar y brindar información sobre tendencias a ansiedad, depresión y alergias a alimentos, enfermedades crónicas como colon irritable, dolor intestinal, reflujo, riesgo de enfermedad coronaria, cáncer de mama, de próstata, severidad de COVID-19 y ancestría, entre otros.
En el segundo test, el de microbioma, se analiza el microbioma intestinal, donde habitan millones de bacterias que pueden favorecer o desfavorecer la salud y bienestar. Entre los resultados recurrentes que ven el laboratorio, Vázquez destaca que identifican microbiomas con una diversidad menor a lo esperable, una mala noticia para la salud, “ya que un microbioma saludable debe contar con gran diversidad de distintos microorganismos entre los trillones que tiene. Cuanto más biodiverso más protege, es más elástico para recibir el impacto de enfermedades y protegernos”, señaló Vázquez.
Entre otras cosas, estas pruebas complejas pueden detectar ciertas alergias o intolerancias alimentarias o una predisposición genética al procesamiento lento de ciertas sustancias, la cafeína por ejemplo. En esos casos se diseña un plan para que la persona evite situaciones que le generen malestar (como tomar café antes de dormir) o reemplace alimentos que pueden generarle irritación o erupciones que, hasta antes de conocer su biología, no sabía que tenía.
“Una mala genética que predispone a una condición de salud, en combinación con un mal hábito se va a activar”, señaló Vázquez y explicó que esto puede evitarse si ciertas condiciones genéticas no llegan al punto de encuentro con ese mal hábito que las despierta. “Ahí radica la importancia que tiene el programa de brindar información valiosa y accionable para evitar esas situaciones en las que la genética de una persona la predispone a una situación de salud”, concluyó el especialista.
En el caso del plan Rewell, el resultado del test, con biomarcadores precisos e individuales, se acompaña con un plan de hábitos asociado a un objetivo de bienestar elegido por la persona que realizó la muestra, como, por ejemplo, tener más energía, descansar mejor, bajar de peso o minimizar el desarrollo de enfermedades crónicas. Luego para encarar un plan de acción se programan hasta tres sesiones de seguimiento con los coaches de salud certificados de Héritas, para poder trabajar sobre las recomendaciones.
Descifrar el genoma humano posibilitó acceder a la información de los biomarcadores genéticos individuales, una llave para entender cómo cada organismo reacciona a su entorno, “La genética no condena, avisa”, insistió el especialista en genómica y señaló que el disparador para que cierta predisposición genética entre en acción, es el ambiente, el estilo de vida y los hábitos que tenemos cada día. Algo que puede modificarse con el acceso a datos clave, que permiten tomar decisiones basadas en la biología individual y así prevenir enfermedades.
Fuente: INFOBAE