2022 AP7 mide 1,5 kilómetros, pasará a 7 millones de kilómetros de nosotros y no hay de qué preocuparse.
“Han descubierto un nuevo asteroide asesino de planetas en las cercanías de nuestro planeta, el mayor en años, y estoy en serio”. Así lo contaban en la CNN Newsroom y no han sido ni los únicos ni los más dramáticos. Como de costumbre, cada vez que alguien detecta un asteroide, los medios hurgan en los detalles para ver si pueden magnificar la situación y volverla un motivo de preocupación internacional. Cuantas veces nos habrán dicho que tal o cual asteroide iba a pasar peligrosamente de la Tierra en determinada fecha y, sorprendentemente, nos hemos despertado tan tranquilos al día siguiente, sin terremotos, megatsunamis ni nubes de escombros bloqueando el Sol. Pues en esta ocasión no es diferente, porque la NASA no ha alertado de ningún peligro real, como (una vez más) se está diciendo en titulares y boletines.
Resumidamente, la realidad es que han identificado tres asteroides nuevos. Uno de ellos es 2022 AP7, con 1,5 kilómetros de diámetro, lo cual lo convierte en el más grande que hemos encontrado en los últimos 8 años. En cuanto a su órbita, 2022 AP7 es lo que conocemos como un asteroide Apolo, lo cual significa que su órbita se acerca al Sol para luego alejarse más allá de la Tierra. Los otros dos asteroides reciben los nombres de 2021 LJ4 y 2021 PH27. Ambos son de tipo Atira, esto es: sus órbitas son totalmente interiores a la nuestra, en ningún punto de ellas se alejan del Sol más de lo que nosotros estamos. De hecho, 2021 PH27 ha roto el récord del asteroide conocido más cercano al Sol, alcanzando temperaturas en su superficie a las que se podría derretir el plomo.
Los asteroides de tipo Atira, como permanecen en el interior de su órbita sin cruzarse con nosotros, no han despertado las alarmas de la prensa. En cambio, 2022 AP7 puede parecer más peligroso de lo que es, porque que las órbitas se crucen no significa que tenga que haber una colisión, del mismo modo que hay cruces de carretera y se puede coordinar la circulación para que no haya accidentes. De hecho, se calcula que no se acercará a menos de 7 millones de kilómetros de nosotros, ni siquiera en sus puntos más cercanos. Pero ¿no han dicho que 2022 AP7 es considerado como un asteroide potencialmente peligroso por los científicos? Así es, pero posiblemente te sorprenderá saber que “potencialmente peligroso”, no significa lo que la prensa nos quiere hacer creer.
¿Qué significa exactamente?
Para entenderlo mejor, ahora que hemos aclarado el significado de “potencialmente”, estaría bien saber cómo define la NASA eso de “objeto potencialmente peligroso”. En principio los requisitos son dos. El primero es que el cuerpo en cuestión ya sea un asteroide, meteoroide o un cometa, vaya a pasar a menos de 0,05 unidades astronómicas de la Tierra. Dicho en kilómetros y sabiendo que una unidad astronómica equivale a la distancia entre la Tierra y el Sol, estamos hablando de 7.500.000 kilómetros. Casi como dar 190 vueltas a nuestro planeta rodeándolo por el ecuador, o como ir y volver 10 veces a la Luna, que no es poco.
La segunda condición es su magnitud absoluta (H), que es algo más difícil de entender. Básicamente, es una forma de clasificar el tamaño de los objetos en función de su brillo. Concretamente para saber cuál sería su luminosidad si estuvieran a 10 parsecs de la Tierra (aproximadamente 31.000.000.000.000 de kilómetros) y no hubiera nada que apantallara la luz entre ellos y nosotros. La magnitud absoluta mínima para considerar a un objeto como potencialmente peligroso es 22 H. Transformar esto en metros es algo más complicado porque depende de la composición de la superficie del objeto y cuánta luz rebote en él, pero imaginando que refleje el 15% que le llegue, 22H equivaldrían a algo menos de 100 metros de diámetro.
Así que hablamos de objetos de más de 100 metros de diámetro que en algún momento puedan pasar a menos de 7,5 millones de kilómetros de nosotros. Y ese es el tercer punto relevante que “en algún momento” estén demasiado cerca. Tenemos que entender que, las órbitas, el trayecto que siguen estos cuerpos alrededor del Sol, es regular, como la nuestra, que completamos más o menos cada 365 días. Sin embargo, no siempre pasan a la misma distancia de nosotros, porque nos estamos moviendo a distintas velocidades. Imagina un extraño estadio con dos pistas de carreras, pero no paralelas, sino con forma de cruz. Ambas miden lo mismo y decides probarlas con un amigo. Os colocáis en las marcas y empezáis a correr. Si fuerais a la misma velocidad os cruzaríais cada vez que recorrierais la pista, pero resulta que tu amigo está más entrenado y cuando tú llegas al centro ya hace tiempo que él ha pasado de largo. Si no dejáis de correr yendo y viniendo, verás que cada vez que cruzas el centro tu amigo te adelanta un poco más hasta que, finalmente, coincidís en el medio, porque te ha sacado varias vueltas enteras de ventaja.
Con los cometas, meteoroides y asteroides ocurre lo mismo. Conocemos su velocidad y su trayectoria y podemos calcular dónde estaremos la próxima vez que se acerquen. A veces será más lejos, otras más cerca. Puede parecer difícil predecir esto, y lo cierto es que no es sencillo, pero los profesionales que se encargan de ello han desarrollado herramientas capaces de hacer cálculos mucho más finos, como los que nos permiten hacer viajes espaciales como si jugáramos al billar, calculando de antemano dónde estarán los planetas para que la sonda se dirija directamente a él, de unas vueltas aprovechando su gravedad y una vez acelerada por esta, salga para hacer una nueva carambola con uno o dos planetas más. Así pues, podemos saber cuántos objetos potencialmente peligrosos nos visitarán en los próximos 100 años.
¿Cuántos hay ahí afuera?
Aquí es cuando los datos pueden asustar, pero no nos dejemos engañar, porque no es tan sencillo interpretarlos. Conocemos más de 2.000 objetos potencialmente peligrosos que vayan a acercarse a la Tierra en los próximos 100 años. No obstante, su órbita nos ha permitido predecir que un 98% de ellos tienen una posibilidad casi nula de colisionar con nosotros. Por parte de esos 1960 objetos podemos estar tranquilos, pero ¿y los 40 restantes? Si no estamos seguros sobre que puedan colisionar con nosotros es porque, sencillamente, nos faltan algunos datos, pero, no obstante, todo apunta a que tampoco suponen ningún riesgo para la vida.
El asteroide que nos preocupa hoy, 2022 AP7, cumple los criterios de “potencialmente peligroso”, porque supera por mucho los 100 metros de diámetro y pasará a algo menos de 7,5 millones de tamaño. Recordemos que mide 1,5 kilómetros de diámetro y que pasará a 7 millones de kilómetros de la Tierra que, para ponerlo en contexto, significa que, en su punto más cercano, entre él y nosotros cabrían más de 4 millones de asteroides como él o, 583 planetas como el nuestro. Podemos decir que eso es “cerca” si lo comparamos con la inmensidad del cosmos, pero, en la práctica, en cuanto a nuestras preocupaciones apocalípticas, es una distancia abrumadoramente grande.
Ni con un error de 5 millones de kilómetros estaríamos siquiera cerca de correr algún peligro. Podemos respirar aliviados, aunque ¿y otros asteroides? Hemos visto que no todos pasan a la misma distancia, así que, ¿cómo podemos cuantificar el potencial peligro de estos objetos?
La respuesta es un clásico de las ciencias cuantitativas: utilizando escalas. En este caso, la escala más comprensible es, posiblemente, la de Turín. En esta se establecen 10 niveles de riesgo. El 0 es riesgo nulo, el 1 se considera un evento normal, del 2 al 4 se engloba a los merecedores de atención por parte de los astrónomos, entre el 5 y el 7 se clasifican los casos preocupantes y del 8 al 10 las colisiones seguras. Sabiendo esto: ¿cuál crees que es el récord? El objeto más peligroso que hemos detectado hasta la fecha.
Pues la respuesta tiene truco, porque históricamente, el asteroide 99942 Apophis llegó a ser valorado como un 4 en la escala de Turín, lo cual significa que las posibilidades de que impactara superaban el 1% y podía haber causado un grave daño regional. No obstante, desde aquellos cálculos ha mejorado nuestro conocimiento sobre Apophis, la incertidumbre ha disminuido y ahora se considera un 0 de Turín.
Dejando a un lado este suceso, nunca se ha encontrado un asteroide, meteoroide o cometa que supere el 1 de Turín, que traducido significa que sus probabilidades de colisionar son tan bajas que no merece que nos preocupemos por ellas. Y bueno, por si quedaban dudas, 1998 OR2 es un 0 en la escala de Turín.
Así que no, no será necesario que nos ´planteemos una misión como la de DART, por muy de moda que esté tras su éxito desviando a Didymos y Dimorphos. Es jugoso tratar estos temas y aventurarse en historias de ciencia ficción donde el antagonista es una monstruosa roca espacial y solo con las tecnologías más punteras y un grupo de avezados vaqueros espaciales podremos sobrevivir al apocalipsis.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA