Imágenes de la NASA revelaron peculiar ‘sonrisa’ que formó el Sol y, aunque parece un hecho curioso, puede traer consecuencias para la Tierra.
El telescopio espacial de la NASA pudo tomar una peculiar foto. “Hoy, el Solar Dynamics Observatory (SDO) de la NASA captó al Sol ‘sonriendo’”, indicó la entidad en su cuenta de Twitter en alusión a las manchas oscuras sobre la superficie solar, que son interpretadas como dos ojos y una boca.
¿Qué dicen los expertos de la NASA sobre la ‘sonrisa’ del Sol?
Lo que se pudo ver en imágenes no se trata de que el Sol haya adquirido una sonrisa, sino más bien los agujeros coronales formaron esta característica facial, que se origina en su atmósfera.
“Vistos en luz ultravioleta, estos parches oscuros en el Sol se conocen como agujeros coronales y son regiones donde el viento solar rápido brota hacia el espacio”, explicó la NASA.
Estos mantienen abierto el campo magnético solar, lo que hace que el viento solar (corriente de partículas cargadas) escape con facilidad hacia el espacio y, por tanto, viaje a mayor velocidad.
El color oscuro que forman la ‘sonrisa’ se debe a que son regiones más frías y menos densas que el resto del plasma. Asimismo, dichos ‘huecos’ se pueden formar en cualquier momento y región, además de que pueden durar de días a semanas.
¿Existen consecuencias en la Tierra?
Esta curiosa ‘sonrisa’ que los agujeros coronarios generan pueden tener consecuencias desafortunadas para los planetas del sistema solar. En el caso de la imagen captada por el SDO, dos se han formado en el hemisferio norte de la estrella, mientras que otro más alargado se ubica en su ecuador.
El viento solar de alta velocidad que emerge de estas regiones puede impactar en la magnetósfera de nuestro planeta y causar tormentas solares, detalla la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de EE. UU.
Las tormentas solares pueden acarrear fallas en los satélites de comunicaciones y naves espaciales en órbita. Las más intensas tienen el potencial de averiar las redes eléctricas en la superficie.
Fuente: LA REPÚBLICA