El ex sindicalista volverá a la presidencia de Brasil 12 años después con el reto de reconstruir un país herido por la campaña más polarizada de la historia
Con el 50,82 por ciento de los votos, Lula gana en Brasil y será por tercera vez presidente de la República, doce años después. Nunca antes nadie consiguió semejante marca. Bolsonaro, con el 49,18, tendrá que abandonar el Palacio de Planalto, siendo el primer mandatario brasileño que no consigue repetir. Lula se impuso con un resultado mucho más ajustado de lo que vaticinaron las encuestas, que daban al ex sindicalista una diferencia de entre 4 y 6 puntos, cuando al final se quedó en menos de uno.
El primer reto del vencedor tendrá que ser la reconstrucción de un país herido por la campaña más polarizada de la historia. Su principal problema es que carece de mayoría parlamentaria suficiente, por lo que se verá obligado a pactar con los partidos del Centrâo. La victoria del candidato petista confirma el giro político de América Latina, en cuyos principales países han ganado las opciones de izquierda. Las calles de las principales ciudades brasileñas se tiñeron anoche del rojo de la bandera del partido de Lula. Al cierre de esta edición, Bolsonaro no había emitido reacción alguna al resultado de las urnas.
El principal problema de Brasil es que, pese a que el pronunciamiento ciudadano a través de las urnas ha sido claro, la confrontación en el país no ha acabado. Tal vez incluso estemos en una nueva fase de esa ideologización extrema, visualizada perfectamente el pasado viernes durante el debate entre ambos candidatos, cuando se insultaron reiteradamente e incluso abandonaron los estudios de Globo sin despedirse. Más preocupante aún es que también en las calles la brecha entre «amarelos» y «vermelhos» es casi irreconciliable.
Bolsonaristas y lulistas ha protagonizado episodios violentos casi a diario. El último, a pocas horas de que se abrieran las urnas. La diputada aliada del capitán Carla Zambelli persiguió a un afrobrasileño partidario de Lula en mitad de una calle del adinerado barrio de Jardins. Zambelli, tercera más votada en el estado de Sao Paulo, dijo que los partidarios del PT la persiguieron, insultaron y agredieron cuando salía de un restaurante, por lo que usó la pistola para asustarles. El problema es que el empleo de armas de fuego estaba prohibido en esa jornada, algo que el petismo aireó ampliamente por las redes sociales, transformando el caso en munición para Lula.
Fuente: LA RAZON ESPAÑA