Después de ingresar al organismo, estos parásitos logran controlar el comportamiento de sus huéspedes a su voluntad.
La naturaleza también puede ser espeluznante como un relato de terror en Halloween. En esa línea, los parásitos podrían llevarse el primer puesto a los seres vivos más temibles. La razón: algunos de ellos infectan a sus huéspedes, logran controlar sus comportamientos a su voluntad y, a veces, hasta los inducen a morir.
Visto de otro modo, los infectados (que pueden ser plantas, animales o humanos) viven para favorecer al ciclo de vida del parásito, como si fuesen una especie de “zombies”. A continuación, te presentamos algunos de ellos.
Leucochloridium paradoxum
Se trata de un gusano parásito que infecta a aves y caracoles de tierra (especialmente del género Succinea, que existen en Alemania, Polonia y Noruega), explica el blog sobre biología Biocuriosidades. Su ciclo de reproducción inicia cuando los moluscos ingieren excrementos de pájaros que han sido infectados por este gusano y, dentro de su estómago, comienzan a crecer las larvas.
Los caracoles usualmente aprovechan los días de lluvia para reproducirse o buscar alimentos, ya que hay menos aves que se los coman. Sin embargo, L. paradoxum desinhibe a los caracoles y hace que salgan durante el día. De ese modo, los expone a más peligros de ser devorados y el ciclo de transmisión del parásito continúa.
Otra forma que emplean estos organismos para llamar la atención de las aves es acudir a los tentáculos oculares de los caracoles y hacer gala de sus movimientos y colores para simular ser una lombriz.
Toxoplasma gondii
Se trata de un parásito que infecta a 200 especies de vertebrados, entre primates, marsupiales, aves y humanos. Sin embargo, los gatos domésticos y salvajes son su huéspedes definitivos, ya que solo se pueden reproducir en sus intestinos.
Cuando toxoplasma gondii infecta a ratas y ratones, bloquea su aversión innata por la orina de los gatos. Tal cambio de comportamiento ocasiona que las probabilidades de que los roedores sean devorados por dichos felinos sean mayores, señalan los científicos.
La infección por T. gondii en humanos usualmente provoca trastornos neurológicos, ceguera o encefalitis a largo plazo. Sin embargo, un estudio reciente llevado a cabo en un grupo de personas también sugiere que podría hacer que los humanos infectados (hombres y mujeres) sean más atractivos ante la percepción de otras personas.
Según la enciclopedia Britannica, entre el 30% y el 50% de la población humana posee a T. gondii en su organismo.
Ophiocordyceps
Los hongos del género Ophiocordyceps invaden el organismo de muchos tipos de artrópodos, desde mariposas hasta cucarachas. Sin embargo, es entre las hormigas donde su capacidad para controlar el comportamiento de otros seres es más evidente.
El hongo primero adhiere sus esporas al exoesqueleto de las hormigas. Cuando estas germinan, invaden el cuerpo del animal y comienzan a alimentarse de los órganos que no son vitales, mientras evitan comerse aquellos que son críticos.
En su fase final, cuando ya ha infestado el cerebro de su húesped con sustancias químicas, Ophiocordyceps obliga a que las hormigas muerdan la parte inferior de las hojas, donde permanecen colgando hasta morir. En esa posición, las esporas del hongo crecen desde dentro del animal y el viento hace que sean esparcidas por el área para así comenzar un nuevo ciclo de vida.