Fue Zinedine Zidane, que antes se había saludado muy cariñosamente con Florentino Pérez, quien subió al escenario para dar el galardón a su compatriota. Zidane fue uno de los grandes valedores de Benzema, cuando fue el segundo de Ancelotti y mucho más después, en su etapa triunfal como entrenador blanco. El delantero francés no ocultó su emoción. «Pienso en cuando era pequeño. He crecido con esto en la cabeza. He tenido dos modelos en la cabeza: uno es Zizou y otro es Ronaldo. Es mi ídolo, no hay otro delantero como él. Por él me sentaría en el banquillo sin decir nada. Lo que hizo en el campo es imposible hacer. A su nivel y al de Zizou es imposible llegar», aseguró en sus primeras palabras con el Balón de Oro en las manos y unas gafas doradas que le daban un aspecto intelectual. «Es un premio también para mis compañeros de equipo. Me he ganado el respeto de todo el mundo y eso es muy importante», añadió. Estuvo muy cariñoso con Florentino Pérez, al que considera de su familia y que fue a su casa en persona a ficharle y convencerle para que fichase por el Real Madrid. «Ha estado siempre conmigo», dijo. Y recordó cuando dejó de ir a la selección: «Hubo un periodo difícil, en el que no estuve en la Selección… pero eso terminó por reforzarme», contó antes de pedir a su madre y a su hijo para que subiesen con él para estar con el trofeo al lado. «Es el Balón de Oro del pueblo», aseguró el francés.
Y del trabajo, reconoció. Para Benzema, si había que jugar en un papel secundario para aprovechar la eficacia de Cristiano Ronaldo, se hacía. Y era discutido por eso mientras el portugués se hinchaba a meter goles y sumar trofeos individuales. Pero cuando se marchó y Karim quedó como único delantero ante el nerviosismo de sus críticos, dio un paso adelante para convertirse en lo que nadie, ni siquiera sus admiradores, preveían: un delantero total , un futbolista de creación y con voracidad goleadora. Se destapó, se convirtió en el líder del Madrid, en el mejor aliado de los futbolistas del centro del campo, pero también de compañeros que parecían tan improbables como Vinicius y ese papel de capitán lo llevó hasta la cima el curso pasado (44 goles, la Champions, LaLiga y la Supercopa), con los partidos contra el PSG en el Bernabéu y contra el Chelsea en Stamford Bridge como cúspides inalcanzables para cualquier otro futbolista del planeta la temporada pasada.
Fuente: La Razón