* Sugieren abandonar la masturbación para aumentar la testosterona y enfrentar a la creciente conciencia feminista y de justicia social
El País
La extrema derecha rinde culto a la testosterona. A la virilidad entendida como fuerza, libido rebosante y actitud dominante frente a las mujeres. Grupos afines a Trump como los Proud Boys (Chicos orgullosos), figuras como David Duke, exjefe del Ku Klux Klan, o el psicólogo favorito de la alt-right, el siempre controvertido Jordan Peterson, coinciden últimamente en predicar el abandono de la masturbación como método para restaurar una masculinidad supuestamente debilitada por el auge de la conciencia feminista y la justicia social.
Todo nace con NoFap, un movimiento online que toma fuerza e invita a abandonar la masturbación por un periodo de 90 días con la promesa de obtener innumerables beneficios. Su origen se remonta al año 2011, cuando un usuario de la red social Reddit llamado Alexander Rhodes creó un foro en aquella plataforma en el que aseguraba que cuando los hombres no se masturban durante siete días, sus niveles de testosterona experimentan un incremento del 45%. El número de miembros fue aumentando hasta alcanzar casi el millón de usuarios y fruto de esta comunidad nació NoNutsNovember, un desafío que consiste en dejar de masturbarse o tener un orgasmo durante el mes de noviembre.
Los creadores de NoFap insisten en desvincularse de los discursos de extrema derecha, pero lo cierto es que tanto del foro de Reddit como de los comentarios en YouTube ha surgido una retórica fundamentalmente misógina que idealiza los rasgos masculinos asociados con altos niveles de testosterona. Para muchos usuarios, las mujeres se convierten en un premio que alcanzarán si consiguen aguantar sin masturbarse durante un periodo concreto de tiempo y otros llegan al extremo de adoptar la abstinencia para curar su homosexualidad.
La filosofía antimasturbación ha logrado traspasar los límites del foro y ha empezado a formar parte del discurso de grupos tan radicales como los Proud Boys, acusados de haber participado en el asalto del Capitolio el pasado 6 de enero de 2021. De hecho, para entrar en la banda ultraderechista es preciso participar en un ritual de iniciación que incluye recibir una paliza de otro miembro del grupo, pegar a un antifascista, hacerse un tatuaje y también masturbarse, como máximo, una vez al mes.
No son los únicos aliados de la extrema derecha que libran una guerra contra el autoerotismo. Marcus Follin, gurú del fitness y de la extrema derecha en YouTube, predica contra la masturbación a través de su canal con más de 100.000 seguidores. David Duke, ex jefe del Ku Klux Klan y descrito como “el racista más famoso de Estados Unidos”, defiende que la pornografía es una conspiración judía destinada a hacer que los hombres se masturben en lugar de procrear. El psicólogo Jordan Peterson, autor del superventas 12 reglas para la vida (Planeta), también ha manifestado en más de una ocasión los problemas que la masturbación puede generar en la vida de los hombres.
La premisa inicial del foro NoFap se basa en un informe publicado por la Universidad de Zhejiang en 2003 en el que se demuestra que a partir de una semana sin masturbarse los niveles de testosterona suben un 40 o 45%. Miembros de NoFap relatan sus experiencias y aseguran haber mejorado en rendimiento sexual, confianza o incluso capacidad memorística. Lo que no se comenta en el foro es que ese mismo estudio afirma que después de la primera semana los valores de la testosterona vuelven a bajar a niveles normales.
De hecho, otros, varios, estudios concluyen que la abstinencia autoerótica no tiene ningún efecto sobre la testosterona o que los niveles de esta hormona en realidad son más altos después de la masturbación o el sexo. La testosterona, efectivamente, tiene beneficios inmensos en nuestro organismo: estimula el desarrollo muscular, mejora el desempeño sexual y disminuye la sensación de cansancio. Lo que no está demostrado es que estos beneficios se obtengan al dejar de masturbarse.
La sexóloga Eva Moreno recuerda que abstenerse de las relaciones con uno mismo puede llegar a ser insalubre. “Uno de los beneficios de la masturbación es mantener en forma la maquinaria genital masculina. Como cualquier otra parte del cuerpo, cuando no la utilizas se atrofia”, opina la experta. Moreno pone además entredicho que la imagen del hombre fuerte con un miembro vigoroso y un gran desempeño sexual sea compatible con la de una persona que no se masturba. Explica que las relaciones con uno mismo nos ayudan a conocer nuestro cuerpo, a descubrir “nuestro momento de no retorno” y a “fortalecer la musculatura de nuestro suelo pélvico”. “Si no te esfuerzas en descubrirte sexualmente, tu rendimiento en la cama será frustrante”.
Desde los tiempos de Galeno hasta hace unas pocas décadas se ha creído que la salud depende en gran parte del correcto equilibrio de los fluidos, incluido el sexual. En el siglo XVIII, el famoso médico suizo Samuel Auguste Tissot señaló que la tuberculosis y otras enfermedades eran consecuencia del placer solitario. Por no hablar del doctor Edagrd Spratling, quien en 1895 afirmó que “seccionar completamente los nervios dorsales del pene es un tratamiento racional para la constante rutina masturbatoria, pero quizá demasiado radical”.
Los contundentes desmentidos no bastan, sin embargo, para que haya grupos que se encandilen con la idea de aumentar masculinidad dentro de un concepto hegemónico que, por cierto, se ha vuelto muy popular entre ciertos políticos. Jair Bolsonaro, el presidente brasileño, en alguna ocasión ha confesado que tiene que llorar a escondidas de su esposa porque ella cree que es “el más macho de los machos”. En EE UU, Donald Trump un día presume de su vigor sexual y al día siguiente del tamaño de su botón nuclear.
Esta obstinada idea de lo masculino ha ocupado a pensadores como Paul B. Preciado. En Testo Yonqui, el filósofo explica que “la testosterona no es masculinidad” y que lo único que se puede afirmar es que los efectos de esta hormona han sido, hasta ahora, “propiedad exclusiva de los cishombres (cuya identidad de género y sexo asignado al nacer son el mismo)”.