* Lula Da Silva y Jair Bolsonaro son los candidatos favoritos
France 24
A pocas semanas de las elecciones presidenciales en Brasil, las autoridades intentan limitar la avalancha de desinformación que circula en internet. Aunque el país está mejor preparado para lidiar con las noticias falsas que durante la campaña de 2018, en la que Jair Bolsonaro ganó la presidencia, ciertos tipos de contenido y plataformas continúan eludiendo el control.
Los partidarios del presidente Jair Bolsonaro asistieron en masa el pasado 7 de septiembre para conmemorar el bicentenario de la independencia de Brasil.
En las playas de Copacabana, en Río de Janeiro, un mar de personas vestidas de verde y amarillo sujetaban sus teléfonos móviles mientras tomaban, compartían y publicaban fotografías frenéticamente.
Sonia, una brasileña de 50 años, es una de ellas. “Comparto todo lo que recibo, con los grupos de WhatsApp es instantáneo”, afirma, escribiendo enérgicamente. Ya envió los videos y fotos del día a todos sus contactos, aunque solo conoce personalmente a una fracción de ellos.
Estos grupos de mensajería son el vehículo principal para las noticias falsas en Brasil y consisten en un flujo interminable de mensajes amenazantes escritos en mayúsculas. “Urgente, Lula está planeando el asesinato de Bolsonaro”, se lee en uno de ellos.
“Un entusiasta pro-Lula critica la bandera de Brasil”, señala otro. Las encuestas falsas que predicen la victoria de Bolsonaro también circulan ampliamente: “Estas intenciones de voto se actualizan cada cuatro horas. Para garantizar un voto no fraudulento, ¡comparta esto con cinco amigos!”.
Desde 2018, las redes sociales han sido el medio favorito de Bolsonaro para comunicarse con su base de apoyo, mientras que a los medios de comunicación tradicionales los presenta como un “enemigo” que debe ser derrotado.
“Los periodistas son todos corruptos, son leninistas, trotskistas”, sostienen algunos de los simpatizantes del presidente en Copacabana.
Una enorme pancarta se ha levantado sobre el paseo marítimo con las fotografías de rostros de blogueros e influencers pro-Bolsonaro. “La prensa real”, se lee en las palabras escritas sobre la valla.
Algunos de ellos tienen más de un millón de seguidores en las redes sociales y utilizan fácilmente su plataforma en línea para atacar a los periodistas de los principales medios de comunicación de Brasil. “Eres una vergüenza para el país”, suele ser un insulto recurrente contra diversos comunicadores.
WhatsApp, el principal canal de noticias falsas
Brasil es el segundo mercado más grande del mundo para WhatsApp, detrás de India, y la aplicación es uno de los principales canales para recibir noticias falsas.
Seis de cada diez brasileños usan la aplicación de mensajería a diario. Un estudio de 2019 encargado por el Congreso brasileño encontró que el 79 % de los ciudadanos obtienen sus noticias principalmente a través de WhatsApp, lo que sugiere que el servicio se ha convertido en una fuente de noticias en sí mismo.
Bolsonaro explotó con éxito esto durante su campaña de 2018. El exparacaidista estaba en ese momento al margen de la política, era miembro de un pequeño partido con poca influencia y escasos recursos, por lo que apostó todo por los servicios de mensajería instantánea. Fotos, memes, videoclips, todos compartidos mediante millones de mensajes en WhatsApp, sirvieron como anuncios de su campaña.
Un año después de la victoria de Bolsonaro, WhatsApp, que pertenece a la empresa matriz de Facebook, Meta, admitió que algunas firmas habían violado los términos de servicio de la plataforma de mensajería y usaban números falsos para enviar mensajes masivos de contenido político. Después de una reacción violenta, WhatsApp estableció límites sobre cuántas veces se puede reenviar un mensaje y limita la cantidad de participantes en un grupo.
Cuatro de cada diez brasileños reciben desinformación diariamente. A pesar de esto, la aplicación de mensajería sigue desempeñando un papel importante en la política brasileña y ha cambiado fundamentalmente la forma en que se llevan a cabo las campañas electorales en el país.
A medida que se acerca la primera vuelta de las elecciones presidenciales, se propaga cada vez más la desinformación. “La cantidad de noticias falsas que circulan es tan frecuente y preocupante que es difícil de cuantificar”, explica Fernanda Bruno, profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro y coordinadora de MediaLab UFRJ.
Un estudio del Instituto Poynter reveló que cuatro de cada diez brasileños reciben desinformación al día y que algunos temas circulan una y otra vez. Una de las noticias falsas más difundidas cuestiona el papel del Tribunal Superior Electoral y la confiabilidad de las urnas electrónicas de Brasil.
“Este cuestionamiento de la confiabilidad del proceso electoral es similar a la campaña electoral de 2020 en Estados Unidos (…) Varios estudios ven similitudes entre las estrategias de desinformación utilizadas en Estados Unidos y Brasil”, apunta Bruno, experto en redes sociales.
En Brasil, una investigación de la Policía Federal sugiere que la propia familia del presidente está detrás de esta estrategia de desinformación. En 2020, la pesquisa descubrió la existencia de una “oficina del odio”, supuestamente dirigida por los hijos de Bolsonaro. Su objetivo es supuestamente difundir noticias falsas y atacar a los medios de comunicación tradicionales y periodistas.
Los hijos del mandatario que aspira a la reelección siempre han negado la existencia de tal buró. Sin embargo, regularmente comparten noticias falsas en sus cuentas personales de Instagram.
Eduardo Bolsonaro, legislador federal, publicó recientemente videos en los que dice que el expresidente y candidato de la oposición, Luiz Inácio Lula da Silva, y su Partido de los Trabajadores alientan a sus seguidores a invadir iglesias y perseguir a los cristianos en el país.
En la carrera presidencial del presente año, ambas campañas han recurrido a la desinformación como parte de su estrategia de comunicación.
Más de 30 denuncias por difusión de noticias falsas se han presentado ante las autoridades electorales desde enero de este año. De estos, 26 fueron presentados por el Partido de los Trabajadores de Lula, contra partidarios de Bolsonaro e incluso contra el propio presidente.
Mientras tanto, el Partido Liberal de Bolsonaro ha presentado siete denuncias contra Lula, en particular acusándolo de incitación al odio por calificar al actual jefe de Estado de “genocida”.
Terreno fértil para la desinformación
Algunos observadores ven un Brasil hiperconectado, un país “adicto a Internet”, lo cual es una especie de tendencia regional. Según el Instituto Kantar, América Latina tiene una de las tasas de penetración de redes sociales más altas del mundo y uno de los niveles más bajos de confianza en las instituciones.
Las organizaciones de noticias, las redes sociales y las instituciones gubernamentales de Brasil han intentado tomar medidas para hacer frente a este tsunami de desinformación.
En 2020, el Tribunal Superior Electoral lanzó una plataforma de verificación de hechos llamada ‘Fato ou Boato’ (‘Hecho o Rumor’). En este sitio web se puede encontrar información sobre las elecciones y las urnas electrónicas, así como artículos verificados y contenido educativo.
No obstante, la profesora de la Universidad Federal de Río de Janeiro y coordinadora de MediaLab UFRJ considera que estos esfuerzos no son suficientes. “Las plataformas de redes sociales aún no pueden combatir toda esta información falsa, especialmente la que proviene del grupo Meta”, indica.
Aunque Facebook se comprometió a abordar el problema de las noticias falsas, la ONG internacional Global Witness demostró recientemente la moderación inadecuada en la plataforma al publicar docenas de noticias falsas que habían sido eliminadas.
Fernanda Bruno agrega que el campo de Bolsonaro ha recurrido a una nueva herramienta. “Telegram es ahora un nuevo actor para la desinformación en esta campaña”, sostiene.
Menos monitoreado que WhatsApp, Telegram se ha convertido en un nuevo canal para difundir discursos de odio y llamados a la violencia, lo que agrega combustible al fuego de las tensiones políticas, a medida que se acerca las elecciones presidenciales del próximo 2 de octubre.