* En el funeral de la Reina Madre Isabel II
El Mundo
Carlos III abre de par en par las puertas de Buckingham a los 70 jefes de Estado y más de 400 dignatarios extranjeros (incluidos los reyes Felipe y Letizia) que asistirán mañana al funeral de Isabel II en la abadía de Westminster. El bautismo de fuego diplomático del nuevo rey ha estado marcado por gestos políticos que pueden definir un reinado más activo, alejado de la proverbial neutralidad que caracterizó a su madre en los 70 años como monarca.
Ni Rusia ni Bielorrusia (ni tampoco Birmania, Irán, Afganistán, Siria, Venezuela o Nicaragua) han sido invitados a sumarse a las honras fúnebres. La esposa de Volodimir Zelenski, Olena Zelenska, encabezará por su parte la delegación de Ucrania, en un mensaje muy directo del nuevo monarca sobre la posición del Reino Unido ante el conflicto bélico.
Carlos expresó el pasado mes de abril su “conmoción ante las imágenes de la guerra en nuestro continente” durante un discurso en una ceremonia de graduación de la RAF en abril. El entonces príncipe de Gales resaltó “el valor de las alianzas” y destacó cómo “tener gente altamente motivada y bien preparada es algo crítico para el éxito de las operaciones” (en referencia implícita a la OTAN y a la respuesta del ejército ucraniano).
La portavoz de Exteriores de Rusia, María Zajarova, condenó como “profundamente inmoral” la decisión de la Casa Real británica de usar la tragedia “para ajustar cuentas con nuestro país en unos días de duelo”. Vladimir Putin, que envió un telegrama de condolencias, ya había anunciado por si acaso que “no tenía planes” de participar en las exequias.
El otro agraviado por la diplomacia del funeral, en menor medida, ha sido Xi Jinping. Aunque China sí ha sido formalmente invitada al funeral y ha enviado al vicepresidente Wang Qishan en calidad de “representante especial”. Su presencia ha levantado ampollas entre un grupo de nueve diputados conservadores vetados por Pekín por condenar su represión contra la minoría uigur en Xinjiang.
Las sanciones contra los siete parlamentarios y dos lores británicos -cuyos activos han sido congelados por Pekín- han tenido sin embargo consecuencias para una delegación del Gobierno chino que ha visto denegada su entrada a la capilla ardiente en Westminster. Como contrapunto, el embajador de facto de Taiwan en Londres, Kelly Hsieh, fue formalmente invitado a firmar en el libro de condolencias de Lancaster House y está recibiendo el mismo tratamiento que cualquier otro dignatario extranjero, en un gesto agradecido por Taipéi como una señal “de la preciada amistad entre los dos pueblos”.
La polémica ha perseguido hasta el último momento al nuevo rey por extender la invitación al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, pese a su supuestas conexiones con el asesinato de Jamal Khashoggi en 2018. Finalmente, no asistirá y lo hará en su lugar el príncipe Turki al-Faisal, otro alto miembro de la realeza saudí, informó hoy la BBC citando una fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores. Bin Salman mantuvo relación con Isabel II, a quien ensalzó tras su muerte como “un ejemplo de liderazgo que será inmortalizado por la Historia”. Carlos viajó oficialmente a Arabia Saudí hasta 12 veces como príncipe de Gales y reforzó los lazos económicos y políticos con Riad (un empresario saudí, Mahfouz Marei Mubarak bin Mahfouz, protagonizó de hecho el primer escándalo de “dinero por títulos” que ha llegado a investigar Scotland Yard, tras la donación de 1,7 millones de euros a las organizaciones caritativas de Carlos cuando era príncipe de Gales).
ENCUENTRO CON BIDEN Y MACRON
El nuevo rey volvió a despachar el sábado con su primera ministra, Liz Truss, que vio suspendido en el último momento su encuentro bilateral con Joe Biden por decisión del presidente norteamericano (la cita fue pospuesta hasta el miércoles en Nueva York, durante la Asamblea General de la ONU). Carlos III estrechó por primera vez como rey la mano de Joe Biden y del presidente francés Emmanuel Macron, cuyas relaciones con el Gobierno británico ha sido muy tensas desde el Brexit.
Biden dedicó unas palabras emotivas a Isabel II en el momento de firmar en el libro de condolencias. “La Reina definió una era con su dignidad y su manera de desempeña su papel”, dijo Biden. “Cuando te miraba te transmitía ese interés real por saber como estás y recordándote al mismo tiempo: ‘Haz lo que debes hacer'”.
Un día antes de la recepción a los líderes mundiales en Buckingham, Carlos III convocó en privado, y uno a uno, a los representantes de la Mancomunidad de Naciones, en un intento de dar un impulso a la alicaída organización de 56 miembros y antes la chispa ‘republicana’ que amenaza con propagarse en algunos de los 14 países que reconocían a Isabel II como jefa de Estado.
El ‘premier’ australiano, Anthony Albanese; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; y la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, fueron los primeros en despachar con el nuevo rey. “Seguirá habiendo una evolución en nuestra relación”, anticipó Ardern, que acalaró que su país no tiene de momento la intención de romper los lazos con la monarquía británica.
En Australia, la llegada al poder del laborista Albanese ha provocado sin embargo un resurgimiento del sentimiento republicano. Carlos, que estudió en Australia de niño y la visitó 16 veces como príncipe de Gales (incluida la gira de 1983 en la que Diana le robó todo el protagonismo) ha anunciado su intención de visitar cuanto ante el país con Camilla, anticipándose incluso al viaje ya ciernes de William y Kate, que asumirán el papel de “embajadores” de la Commonwealth en el nuevo reparto de funciones.
Durante los 10 días que lleva ejerciendo como rey, Carlos ha dado muestras de una mayor cercanía a los británicos que la exhibida en su época como príncipe de Gales, como el saludo espontáneo -acompañado por William- a los británicos que hacían cola para despedirse del féretro de Isabel II en Westminster Hall.
Su estreno ante los líderes mundiales el domingo sirvió como indicio del renovado papel de la monarquía como baza diplomática del Reino Unido, en contraste con el repliegue de Isabel II, que suspendió sus viajes al extranjero en sus últimos años y delegó precisamente ese papel en su heredero.
Varias delegaciones extranjeras han expresado entre tanto su malestar por la exigencias del protocolo del funeral, que obliga a la gran mayoría de los 2.000 invitados a la abadía de Westminster a trasladarse en autobuses que partirán puntualmente del Royal Hospital Chelsea. Los reyes Felipe y Letizia, así como el emperador japonés Naruhito y la emperatriz Masako y gran parte de la realeza europea tendrán que prescindir del coche oficial.
Según revela el portal Politico, al menos cinco miembros del G-7 han pedido “excepciones” como la de Joe Biden, que sí viajará sin embargo con su coche blindado, apodado como la bestia. Otros líderes, como el presidente israelí Isaac Herzog, también podrán usar su propio transporte por razones de seguridad. Otras delegaciones han pedido acogerse a “excepciones” alegando el estado de salud o la avanzada edad de los dignatarios.