El virus SARS-CoV-2 no desapareció del globo y continúa su acecho en calidad de virus respiratorio a través de la aparición de nuevas variantes y linajes. El hemisferio Norte sufre un brote de COVID y Argentina registra una suba de infecciones. El impacto de las bajas tasas de vacunación y de la movidad de personas por fiestas y vacaciones
Si hay algo que demostró el virus SARS-CoV-2 al mundo entero es su tenaz capacidad de resiliencia. Primero en su calidad de (nuevo) virus respiratorio que provocó una pandemia global que paralizó al mundo. Y luego a través de las sucesivas variantes demostró que será perenne en el tiempo. El virus SARS-CoV-2 evoluciona para sobrevivir, sigue circulando y mantiene su capacidad de mutar en linajes y sublinajes potentes que pueden provocar infecciones graves.
Hay que agregar que los cambios estacionales y las reuniones sociales siempre han impactado en la suba de los casos; entre otros, por las características de contagio y propagación del virus: aerosolizada. La movidad de personas que provocan las fiestas y las vacaciones, conectando grupos en diversas latitudes, que usualmente no se juntan, aumentan los casos.
Y lo que claramente atraviesa este “revivir” del COVID -19 es que aún los bolsones de no vacunados o aquellos que no completaron los esquemas de protección son muchos. La baja en la vacunación es la madre del crecimiento de los casos de COVID, aquí y en el mundo, ya que permite evadir la inmunidad que generan los sueros; y esto robustece indirectamente a la variante de circulación. A esto se suma, el abandono de las medidas de protección y cuidado social.
Variante dominante
Actualmente el linaje dominante es la JN.1, al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) vigila de cerca y clasificó como una variante de interés (VOI, por sus siglas en inglés), y que, en la actualidad, es la variante que impulsa los nuevos contagios en Estados Unidos y en varios países de Europa.
Lejos del invierno boreal, en Argentina, las nuevas infecciones por COVID también muestran un aumento desde las últimas semanas del 2023. Frente a esta amenaza latente, la vacunación recurrente es la herramienta más efectiva para disminuir los cuadros severos, la hospitalización y la muerte. Las personas mayores, las embarazadas y aquellos con sistemas inmunitarios debilitados siguen siendo un grupo vulnerable frente al avance de la infección respiratoria.
A este escenario, se suma la ausencia de campañas públicas de comunicación desde las carteras de Salud -a nivel nacional como de cada jurisdicción- en la Argentina y también en el mundo. Y esto deriva en la ausencia de campañas fuertes y potentes que promuevan la vacunación contra el COVID según las edades y grupos de riesgo.
Infobae consultó a cuatro expertos en infectología para explorar las razones detrás del incremento de los casos y los peligros que implica que un enorme porcentaje de la población no haya recibido las dosis contra el COVID recomendadas para mantener la protección. “Existe una baja percepción del riesgo de enfermedad y esto hace que las personas se vacunen menos”, coincidieron los expertos.
Avance del COVID
En diálogo con Infobae, el médico infectólogo Pablo Bonvehí, jefe de la sección Infectología y Control de Infecciones del CEMIC, se refirió a la suba de infecciones por COVID y remarcó que el virus SARS-CoV-2 sigue circulando en el mundo, vinculado a la aparición de nuevas variantes que son capaces de evadir mejor la respuesta inmune ya sea generada por las vacunas o generada por infecciones previas.
“Estamos observando efectivamente un aumento en las últimas semanas de los casos, tanto ambulatorios como en internación. En Argentina, en las unidades de monitoreo ambulatorio, el virus respiratorio que más se detecta en las últimas semanas es el SARS-CoV-2, y en mucha menor medida el virus sincicial respiratorio (VSR) e influenza”, dijo el experto.
Bonvehí señaló que el aumento de la detección del COVID entre los pacientes hospitalizados se debe a que, en la mayoría de los casos con cuadros respiratorios agudos que requieren internación, se realizan hisopados y se identifica el patógeno causante de la enfermedad. En cambio, “en los pacientes que hacen la consulta de forma ambulatoria es más difícil el diagnóstico, porque los testeos para COVID no se realizan en todos los centros de atención, aunque se mantiene la posibilidad de hacerse el autotest”.
El crecimiento de los casos está apalancado principalmente en la baja de las tasas vacunación que disminuye la protección del sistema inmune frente al virus y este riesgo se amplifica ante la circulación de nuevas variantes de COVID y la mayor frecuencia de encuentros sociales: “El aumento del movimiento (de personas) por vacaciones y reuniones por las fiestas, también influyen en el incremento de casos, los virus respiratorios se transmiten de persona a persona muy fácilmente”, subrayó Bonvehí.
La importancia de las vacunas
En Argentina, apenas 2,4 millones de personas recibieron el tercer refuerzo lo que significa menos del 5% de la población, y menos del 10% (unas 8,5 millones de personas) se aplicaron el segundo refuerzo, según datos del Monitor Público de Vacunación del Ministerio de Salud de la Nación.
Consulado por Infobae, el infectólogo Eduardo López, jefe del departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y director de la carrera de especialista en infectología pediátrica de la Universidad de Buenos Aires (UBA) detalló cómo percibe la situación epidemiológica actual: “En primer lugar, Argentina está fracasando en tener niveles de vacunación acordes al nivel mundial; en segundo lugar, es muy pequeño el porcentaje de personas que han recibido el cuarto refuerzo con las vacunas bivalentes vigentes y esto implica mucha más gente expuesta a contraer COVID, y en tercer lugar, se observa un aumento leve de los casos de COVID, una suba que por ahora es leve, pero es un aumento al fin”.
El especialista contó que los países del hemisferio norte que están transcurriendo la etapa invernal registran un aumento importante de circulación de infecciones respiratorias, tanto de gripe como COVID, por eso López enfatizó en que “debemos retomar medidas que parece que olvidamos: volver al uso de barbijo en ciertos casos y, por otro lado, las personas que presentan síntomas tengan recaudos, como no ir a trabajar o estar en contacto con otros, estas son dos medidas que retomo Europa”.
En cuánto a por qué las personas no se aplican las dosis disponibles contra el COVID, López consideró que “muchas personas han decidido que no existe más el COVID y esto explica por qué bajó la percepción de riesgo, además que se ha limitado el acceso a vacunarse fácil ya que hoy hay muchos menos puntos disponibles, y en tercer lugar, quizás los médicos no estamos recomendando en forma sostenida la vacunación para COVID”.
Respecto de la ausencia de campañas de vacunación, Bonvehí mencionó que “ha bajado fuertemente la difusión en cuanto a la importancia de mantener los esquemas al día y esto ha influido en la disminución de la vacunación. Entiendo que no hay un problema de insumos, ya que hay dosis disponibles, pero a diferencia de lo que ocurría en el año 2021, hay muchos menos lugares donde se puede aplicar la vacuna, pero también hay menos gente que concurre. Entonces es importante que cada persona, en su jurisdicción, averigüe dónde puede vacunarse para recibir el refuerzo contra COVID”.
En coincidencia con el panorama descripto por López y Bonvehi, el doctor Waldo Belloso, especialista en Infectología y Farmacología Clínica y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), apuntó a Infobae que, “como los testeos son escasos, aún no hay datos oficiales suficientes para saber si el aumento de casos en Argentina es impulsado por la nueva variante JN.1 y señaló que es muy clara la disminución de la percepción del riesgo frente al COVID de la mayoría de la población: la vacunación está fuera de la consulta de la mayor parte de los pacientes”.
“En pacientes adultos hay un enorme porcentaje de personas que tienen su último refuerzo aplicado hace más de seis meses y algunos hace más de un año. Recomendamos formalmente a todas las personas que tengan algún factor de riesgo, que pueda desarrollar cuadros más severos de COVID, que se apliquen una dosis de refuerzo con las vacunas que hay disponibles, ya que es importante el tiempo que haya transcurrido desde que se aplicaron la última inyección”. precisó Belloso.
Frente a la ausencia de una campaña de vacunación contra el COVID impulsada tanto del gobierno nacional como desde las 24 jurisdicciones del país, Belloso indicó que ”hace falta reforzar las políticas públicas destinadas a promover la la vacunación. Esto sin duda es clave para evitar males mayores y un aumento mayor de infecciones por SARS-CoV-2″.
Quiénes deben vacunarse
¿Por qué las vacunas son la mejor herramienta sanitaria para frenar el avance de las nuevas infecciones de COVID?, la infectóloga Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) destacó a Infobae un concepto que viene repitiendo desde lo peor de la pandemia: “El objetivo principal de la vacunación contra el COVID es disminuir las hospitalizaciones, las formas graves y la muerte por COVID”.
“Las personas que tienen mayor riesgo de tener formas graves de la infección, de sufrir hospitalizaciones y muertes son las personas con condiciones de riesgo como enfermedad pulmonar crónica, enfermedad cardíaca crónica, obesidad, inmunocompromiso, diabetes y las embarazas. Los adultos mayores también tienen mayor riesgo. Entonces las personas que tienen el esquema primario completo tienen que recibir los refuerzos al menos una vez por año. Y en el caso de los inmunocomprometidos cada seis meses. Después, en cada caso habrá que ver la periodicidad de los refuerzos”, precisó la doctora Cahn.
Algo que han repetido los expertos a lo largo de toda la pandemia es que aplicarse las dosis con la frecuencia recomendada es sumamente importante porque los anticuerpos generados por la vacuna disminuyen con el tiempo y también va cambiando el tipo de variante del SARS-CoV-2 que circula.
Cahn coincidió con el resto de los infectólogos en que “hay una baja percepción del riesgo de enfermedad y esto hace que las personas se vacunen menos. Esto es un problema que venimos observando hace mucho tiempo. Desde la SAVE insistimos en que la indicación es que todos los mayores de 18 años tengan un refuerzo anual y las personas inmunocomprometidas, adultos mayores y personas gestantes se den un refuerzo cada seis meses, eso en líneas muy generales y, además, cada persona debe consultar con su profesional de cabecera”.
El Ministerio de Salud de la Nación indica que todas las personas a partir de los 6 meses de edad cuenten con esquema primario y al menos un refuerzo aplicado en los últimos 6 meses y continúen con la periodicidad de acuerdo a la clasificación en tres grupos según el riesgo de desarrollar cuadros graves de COVID:
– Riesgo alto de COVID-19 grave: mayores de 50 años, embarazadas y pacientes con inmunocompromiso a partir de los 6 meses de edad. Deben recibir una dosis de refuerzo a los seis (6) meses desde la última dosis aplicada y luego continuar con la misma periodicidad (cada 6 meses).
– Riesgo intermedio de COVID-19 grave o alta exposición laboral a SARS-CoV-2: los menores de 50 años con comorbilidades no inmunosupresoras (enfermedades crónicas, como obesidad y diabetes), personal de salud y personal estratégico. Deben recibir una dosis de refuerzo a los 6 meses desde la última dosis aplicada y luego continuar con una inyección anual.
– Riesgo bajo de COVID-19: las personas entre 6 meses y 49 años inclusive sin comorbilidades deben aplicarse una dosis de refuerzo a los 12 meses de la última dosis aplicada y luego continuar con periodicidad anual.
Fuente: INFOBAE