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Menores, móvil y porno: el combo de la gran adicción

Los algoritmos empleados por la industria han conseguido que los adolescentes que llegan a estas web de forma accidental se dupliquen en cuatro años

Llegan las navidades, los regalos y, con ellos, el ansiado móvil para muchos adolescentes. Si bien muchos padres lo acaban encargando a los Reyes Magos por aquello de que su hijo no sea el, único que no lo tiene o el «bicho raro» de sus amigos y que parten de la premisa de que lo utilizará con restricciones, es cierto que muchos padres acaban bajando la guardia y tienen que ser conscientes de que, con las pantallas, aseguran los expertos, entran también muchos peligros en la vida del menor. Entre ellos, el acceso a la pornografía a edades muy tempranas en las que el cerebro todavía no está preparado para ver ciertas escenas y puede derivar en multitud de problemas, entre ellos, la adicción al porno.

Según el psicólogo Alejandro Villena, autor de «¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía» (Editorial Alienta), un estudio realizado en Valencia a 150 adolescentes puso de manifiesto que el 97% de los hombres y el 80% de las mujeres ya ha consumido porno a los 16 años. Pero lo más preocupante es que la cifra de acceso de forma «accidental» es la que se ha multiplicado pasando del 30% en 2019 al 70% en 2023. «La pandemia aceleró mucho el problema pero es que no hay que perder de vista que la industria del sexo mercantiliza un producto y van generando cada vez algoritmos más perfectos» de forma que capten cada vez más clientes.

La evolución de los últimos diez años parece alarmante y este profesional se dio cuenta del problema que había. El punto de partida fue en 2016, tras un estudio que hizo entre universitarios para saber cómo afectaba el porno en las relaciones personales y sexuales. «Nos dimos cuenta de que tanto en chicas como en chicos había un deterioro de la autoestima muy significativo y de repente te pones a hablar con una orientadora escolar y te dice que le preocupa el tema, hablas con padres y lo mismo… te das cuenta de que es un problema que cada vez preocupa más en lo social, lo clínico y lo político y que en EE UU, por ejemplo, ya llevan 10 años investigando». Y aquí, hasta hace nada, estábamos un poco en pañales.

La antítesis de la vida real

El experto asegura en su libro que «la sexualidad ha perdido autenticidad cuando cuerpo y placer se convierten en negocio. El porno es todo lo contrario a la sexualidad: frente a intimidad y calidez, sólo vemos escaparate y frialdad, es la comida basura del sexo».

Y es que hemos pasado, reflexiona Villena, de la época donde no se podía hablar de sexo en casa porque era un tema tabú a infravalorarlo y sobrevalorarlo porque está en todos lados y por eso pierde su valor. «Estamos tan saturados que nada nos sacia ni nos atrae», concluye.

Pero el problema para los menores es que van a construir en su imaginario una visión de la mujer y de la sexualidad que puede conllevar unas creencias misóginas y agresivas al «normalizar» escenas de dominio, sin consentimiento, violaciones o incesto. «El impacto que tiene en un niño de 12 años la ingente cantidad de imágenes a las que muy fácilmente puede tener acceso es brutal».

Pero ¿cómo puede afectarle y qué trastornos puede conllevar este visionado? Según el psicólogo, primero puede sentir rechazo, miedo o vergüenza al verlas pero también excitación: «Intuye que es algo malo pero le gusta» y, a medida que va consumiendo más porno, puede ir deteriorando su desarrollo afectivo normal. «Sencillamente su mente no está preparada para ver ese contenido, es igual que si a los 9 años le das una clase de física cuántica: pues no entienden nada». El adolescente va quemando así etapas y rompiendo de golpe la inocencia de niño en su mirada hacia las personas.

Y otro añadido al problema es que, aunque cada vez los niños comparten más estas facetas entre amigos del colegio, puede que sea una cuestión que desarrolle solo en la intimidad de su habitación así que ¿cómo pueden los padres detectarlo? Para el profesional hay signos evidentes: empiezan a aislarse, a emplear un lenguaje más sexista, bajan el rendimiento académico o infravaloran a las mujeres. «Muchas veces es una adicción silenciosa», advierte Villena.

El reto de nuestra generación: las pantallas

Por eso recuerda la importancia de tratar el tema en casa y educar en la sensibilidad, a decir no, a poner límites… «Aunque sea un tema que pueda ser complicado de abordar para los padres o nos dé cierto pudor ya no hay excusas: hay que tratar el tema porque eres tú o la pornografía. Merece la pena adelantarse porque inviertes en prevención. Otras generaciones antes tuvieron otros retos; el nuestro claramente es el de las pantallas».

Villena asegura que hay ciertos rasgos de un niño que pueden hacerle más predispuesto a «caer» en esta adicción, como aquellos que padecen trastornos de déficit de atención, falta de habilidades sociales o aquellos que presentan falta de control de impulsos pero insiste en lo peligroso de la adicción sea cual sea el perfil del menor. Para ellos aún no hay datos fiables pero solo en adultos ya lo sufren entre el 3 y el 7% de la población (un porcentaje muy superior al de otras sustancias). Entre menores, recalca el experto, todavía no hay estudios concluyentes porque las investigaciones aún son muy recientes para poder establecer conclusiones.

“Erotizar lo violento”

También aborda el psicólogo en su libro el problema de «erotizar lo violento». «En mujeres, a mayor consumo de porno, mayor probabilidad de ser víctima de maltrato o violencia sexual porque interioriza que eso que ve en las imágenes es lo normal y, por tanto, lo que debe permitir». Y en hombres, lo mismo: a mayor consumo, más probabilidades de que se convierta en alguien violento, un agresor con conductas coercitivas y con cultura de la violación: los típicos «ella lo merecía, iba buscando, provocando».

Una cuestión de dopamina

Los profesionales que estudian este problema ya han comprobado que se trata de regular la dopamina que segrega el cerebro al consumir porno. Se trata de un neurotransmisor que provoca la sensación de placer pero es, según advierte el psicólogo, en cierto modo, «peligrosa». «Investigaciones recientes alertan de que produce un deterioro cognitivo. A mayor consumo se altera la atención a tareas, memoria de trabajo, control de impulsos… áreas que están en la corteza prefrontal», subraya.

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Los expertos alertan de la precocidad en el consumo del porno
Los expertos alertan de la precocidad en el consumo del pornoLa Razón

Llegan las navidades, los regalos y, con ellos, el ansiado móvil para muchos adolescentes. Si bien muchos padres lo acaban encargando a los Reyes Magos por aquello de que su hijo no sea el, único que no lo tiene o el «bicho raro» de sus amigos y que parten de la premisa de que lo utilizará con restricciones, es cierto que muchos padres acaban bajando la guardia y tienen que ser conscientes de que, con las pantallas, aseguran los expertos, entran también muchos peligros en la vida del menor. Entre ellos, el acceso a la pornografía a edades muy tempranas en las que el cerebro todavía no está preparado para ver ciertas escenas y puede derivar en multitud de problemas, entre ellos, la adicción al porno.

Según el psicólogo Alejandro Villena, autor de «¿Por qué no? Cómo prevenir y ayudar en la adicción a la pornografía» (Editorial Alienta), un estudio realizado en Valencia a 150 adolescentes puso de manifiesto que el 97% de los hombres y el 80% de las mujeres ya ha consumido porno a los 16 años. Pero lo más preocupante es que la cifra de acceso de forma «accidental» es la que se ha multiplicado pasando del 30% en 2019 al 70% en 2023. «La pandemia aceleró mucho el problema pero es que no hay que perder de vista que la industria del sexo mercantiliza un producto y van generando cada vez algoritmos más perfectos» de forma que capten cada vez más clientes.

La evolución de los últimos diez años parece alarmante y este profesional se dio cuenta del problema que había. El punto de partida fue en 2016, tras un estudio que hizo entre universitarios para saber cómo afectaba el porno en las relaciones personales y sexuales. «Nos dimos cuenta de que tanto en chicas como en chicos había un deterioro de la autoestima muy significativo y de repente te pones a hablar con una orientadora escolar y te dice que le preocupa el tema, hablas con padres y lo mismo… te das cuenta de que es un problema que cada vez preocupa más en lo social, lo clínico y lo político y que en EE UU, por ejemplo, ya llevan 10 años investigando». Y aquí, hasta hace nada, estábamos un poco en pañales.

La antítesis de la vida real

El experto asegura en su libro que «la sexualidad ha perdido autenticidad cuando cuerpo y placer se convierten en negocio. El porno es todo lo contrario a la sexualidad: frente a intimidad y calidez, sólo vemos escaparate y frialdad, es la comida basura del sexo».

Y es que hemos pasado, reflexiona Villena, de la época donde no se podía hablar de sexo en casa porque era un tema tabú a infravalorarlo y sobrevalorarlo porque está en todos lados y por eso pierde su valor. «Estamos tan saturados que nada nos sacia ni nos atrae», concluye.

Pero el problema para los menores es que van a construir en su imaginario una visión de la mujer y de la sexualidad que puede conllevar unas creencias misóginas y agresivas al «normalizar» escenas de dominio, sin consentimiento, violaciones o incesto. «El impacto que tiene en un niño de 12 años la ingente cantidad de imágenes a las que muy fácilmente puede tener acceso es brutal».

Pero ¿cómo puede afectarle y qué trastornos puede conllevar este visionado? Según el psicólogo, primero puede sentir rechazo, miedo o vergüenza al verlas pero también excitación: «Intuye que es algo malo pero le gusta» y, a medida que va consumiendo más porno, puede ir deteriorando su desarrollo afectivo normal. «Sencillamente su mente no está preparada para ver ese contenido, es igual que si a los 9 años le das una clase de física cuántica: pues no entienden nada». El adolescente va quemando así etapas y rompiendo de golpe la inocencia de niño en su mirada hacia las personas.

Y otro añadido al problema es que, aunque cada vez los niños comparten más estas facetas entre amigos del colegio, puede que sea una cuestión que desarrolle solo en la intimidad de su habitación así que ¿cómo pueden los padres detectarlo? Para el profesional hay signos evidentes: empiezan a aislarse, a emplear un lenguaje más sexista, bajan el rendimiento académico o infravaloran a las mujeres. «Muchas veces es una adicción silenciosa», advierte Villena.

El reto de nuestra generación: las pantallas

Por eso recuerda la importancia de tratar el tema en casa y educar en la sensibilidad, a decir no, a poner límites… «Aunque sea un tema que pueda ser complicado de abordar para los padres o nos dé cierto pudor ya no hay excusas: hay que tratar el tema porque eres tú o la pornografía. Merece la pena adelantarse porque inviertes en prevención. Otras generaciones antes tuvieron otros retos; el nuestro claramente es el de las pantallas».

Villena asegura que hay ciertos rasgos de un niño que pueden hacerle más predispuesto a «caer» en esta adicción, como aquellos que padecen trastornos de déficit de atención, falta de habilidades sociales o aquellos que presentan falta de control de impulsos pero insiste en lo peligroso de la adicción sea cual sea el perfil del menor. Para ellos aún no hay datos fiables pero solo en adultos ya lo sufren entre el 3 y el 7% de la población (un porcentaje muy superior al de otras sustancias). Entre menores, recalca el experto, todavía no hay estudios concluyentes porque las investigaciones aún son muy recientes para poder establecer conclusiones.

“Erotizar lo violento”

También aborda el psicólogo en su libro el problema de «erotizar lo violento». «En mujeres, a mayor consumo de porno, mayor probabilidad de ser víctima de maltrato o violencia sexual porque interioriza que eso que ve en las imágenes es lo normal y, por tanto, lo que debe permitir». Y en hombres, lo mismo: a mayor consumo, más probabilidades de que se convierta en alguien violento, un agresor con conductas coercitivas y con cultura de la violación: los típicos «ella lo merecía, iba buscando, provocando».

Una cuestión de dopamina

Los profesionales que estudian este problema ya han comprobado que se trata de regular la dopamina que segrega el cerebro al consumir porno. Se trata de un neurotransmisor que provoca la sensación de placer pero es, según advierte el psicólogo, en cierto modo, «peligrosa». «Investigaciones recientes alertan de que produce un deterioro cognitivo. A mayor consumo se altera la atención a tareas, memoria de trabajo, control de impulsos… áreas que están en la corteza prefrontal», subraya.

«El cerebro se habitúa a ese placer, a esas descargas de recompensa (la dopamina tiene que ver con la recompensa) pero es como si lo deformásemos, como si le diéramos algo que no está hecho para la talla del cerebro y lo deformásemos».

Pero ¿cómo salir de esta adicción? El psicólogo, junto con otros profesionales han creado la plataforma «Dale una vuelta», dirigida a mujeres que viven la adicción de su pareja a la pornografía aunque también ofrece ayuda psicológica para gente que padece este problema de consumo compulsivo. De hecho desde sus perfiles de redes sociales su «gancho» es: mejora tu vida sexual, piénsalo, dale una vuelta. También llevan meses involucrados en «obligar» a las autoridades a ponerse las pilas para que se regule la industria del porno de forma más contundente. Propusieron un Pacto de Estado el pasado mes de mayo y también están trabajando con la Asociación Europea de Transacción Digital. Porque ¿es posible ponerle freno a una industria tan poderosa?

Según Villena sí es posible una regulación del sexo explícito mediante varias vías como exigir un certificado digital de mayoría de edad igual que lo hacemos, por ejemplo, para hacer la declaración de la renta online, que los móviles tengan tarjetas con un filtro es también algo sencillo. «Hay mecanismos informáticos de sobra para ello, lo que se necesita ahora es voluntad política para exigirlo por ley», sostiene.

Nuestros políticos también pueden exigir a la industria que controle cómo dirigir sus algoritmos e incluso regular contenidos para que se prohíba ver lo que sería delito en la vida real: violaciones grupales, incesto… Además, la industria está muy ligada a la trata y la explotación de mujeres; de hecho se han practicado operaciones policiales en este sentido tras el visionado de algunas imágenes. «Lo que hace falta son interés político y recursos para que todo esto vaya cogiendo peso somos optimistas porque la Fiscalía de Menores y la Asociación Española de Protección de Datos ya están implicados».

Europa ya pone coto a las grandes plataformas

El psicólogo Alejandro Villena junto con otros profesionales han creado la plataforma «Dale una vuelta», dirigida a mujeres que viven la adicción de su pareja a la pornografía aunque también ofrece ayuda psicológica para gente que padece este problema de consumo compulsivo. De hecho desde sus perfiles de redes sociales su «gancho» es: mejora tu vida sexual, piénsalo, dale una vuelta. Desde la plataforma están muy involucrados en presionar a las autoridades para regular la industria.

Precisamente el pasado miércoles se conocía que la Comisión Europea ha obligado a los portales de pornografía en internet Pornhub, Stripchat y XVideos a cumplir con la ley de servicios digitales, que regula el contenido que las grandes plataformas muestran a los usuarios en la red. Los tres portales tienen una media de 45 millones de usuarios al mes y, por tanto, están obligados a cumplir con la normativa desde el próximo mes de febrero.

Al obligarles a cumplir la norma, se rompe el modelo de negocio, ya que tendrán que tomar medidas como controlar la edad real de los usuarios de las plataformas, prohibir vídeos que no contengan el consentimiento expreso de sus autores o someterse a auditorías de control externas, como ya hacen empresas de mayor volumen.

Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA 

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