¿Realmente el ejercicio físico y mantener una vida social activa con amigos y familiares todavía son factores importantes en la vejez para esquivar el deterioro cognitivo?
¿El ejercicio y la vida social activa blindan el envejecimiento del cerebro? La pregunta ha alumbrado la publicación de multitud de estudios científicos en el último siglo, con respuestas variadas. El ejercicio físico se asocia a diversos aspectos positivos para la salud. Numerosos estudios han demostrado que la actividad física regular tiene un efecto preventivo sobre las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, el cáncer, la hipertensión arterial y la obesidad.
Pero, ¿cómo afecta realizar distintas actividades de ocio (no solo físicas, sino sociales y cognitivas) a la salud del cerebro en la vejez? ¿Es cierto que puede ayudar a que nuestro cerebro deje de encoger? Un equipo de investigadores del Programa Universitario de Investigación Prioritaria Dinámica del Envejecimiento Saludable y del Centro de Longevidad Saludable de la Universidad de Zúrich (UZH), en Suiza, decidió investigar esta cuestión.
Para ello, examinaron los datos de un amplio estudio longitudinal sobre el desarrollo del cerebro y el comportamiento en la vejez. El exhaustivo análisis fue puesto en marcha hace 12 años por Lutz Jäncke, que durante el desarrollo del trabajo fue nombrado profesor emérito de la UZH. El experto sigue supervisando el proyecto junto con la codirectora Susan Mérillat.
El objetivo de la investigación era investigar las relaciones entre el grosor del córtex o corteza entorrinal, el rendimiento de la memoria y las actividades de ocio en adultos cognitivamente sanos mayores de 65 años, durante un periodo de siete años.
Cabe destacar que la corteza entorrinal, de aproximadamente 3,5 milímetros de grosor, forma parte de la corteza cerebral en la parte interna del lóbulo temporal. Desempeña un papel clave en el aprendizaje y la memoria. También es una de las regiones del cerebro que se ve afectada en las primeras fases del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
“Nuestros resultados muestran que en las personas que eran más activas física y socialmente al inicio del estudio, el grosor de su corteza entorrinal disminuyó menos a lo largo del periodo de siete años”, afirma el neuropsicólogo Jäncke.
Hacer deporte a partir de los 65 años: se puede y se debe
Los investigadores también descubrieron que el grosor del córtex entorrinal está estrechamente relacionado con el rendimiento de la memoria. Cuanto menos disminuía el grosor de esta estructura cerebral a lo largo del estudio, menos se reducía el rendimiento de la memoria.
“Por tanto, el ejercicio físico y una vida social activa con amigos y familiares son importantes para la salud cerebral y pueden prevenir la neurodegeneración en edades avanzadas”, afirma Jäncke. No solo eso: el cerebro puede entrenarse como un músculo.
También se demostró que un mayor rendimiento de la memoria al principio del estudio se asociaba con un menor deterioro a lo largo del estudio. “Estos resultados apoyan la idea de que tenemos una ‘reserva cognitiva’ y que el cerebro puede entrenarse a lo largo de la vida como un músculo para contrarrestar el declive relacionado con la edad”, afirma Isabel Hotz, una de los dos primeros autores junto con Pascal Deschwanden.
En otras palabras, merece la pena mantenerse activo física, mental y socialmente a lo largo de toda la vida, incluso en la tercera edad. Muchas personas mayores en Suiza ya parecen vivir según este credo: según la Encuesta Suiza de Salud realizada por la Oficina Federal de Estadística en 2022, alrededor de tres cuartas partes de las personas mayores de 65 años realizan la cantidad recomendada de ejercicio físico en su vida diaria.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las personas mayores de 65 años realicen entre 150 y 300 minutos semanales de actividad física moderada. Esta investigación subraya la importancia de un estilo de vida activo para preservar la salud cerebral y la función cognitiva en la vejez.
Fuente: LA RAZÓN ESPAÑA