Es posible que más de 200 meteoros por hora crucen el cielo mientras la Tierra atraviese una antigua estela de polvo dejada por el cometa Tempel Tuttle.
Cada año, a mediados de noviembre, la lluvia de estrellas Leónidas llega a su máximo esplendor, lo que permite ver una decena de meteoros por hora. En tanto, este 2022 podría brindarnos una noche con hasta 20 veces más luces fugaces de lo normal.
Las Leónidas se producen cuando la Tierra pasa por la nube de polvo y escombros dejada por el cometa 55P/Tempel-Tuttle, el cual cruza nuestra órbita cada 33 años. La última vez que lo hizo fue en 1998, lo que ‘recargó’ su estela y generó tormentas de fenómenos luminosos en 1999 y 2001.
Si bien el cometa no volverá hasta el año 2031, se prevé que, en los próximos días, la Tierra atraviese una antigua nube de escombros dejada en 1733, lo que debería aumentar notablemente la tasa de meteoros y producir la mejor lluvia de estrellas fugaces en 20 años.
¿Cuándo se verá la lluvia de estrellas Leónidas?
De acuerdo con la Sociedad Americana de Meteoros (AMS), el pico normal de la lluvia de estrellas leónidas sucederá la noche del 17 hasta el amanecer del 18 de noviembre. Se espera la observación de 10 a 15 meteoros por hora.
Luego, durante la madrugada del 19 de noviembre, desde las 6.00 UTC (0.00 a. m. en México; 1 a. m. en Perú y Colombia; 3 a. m. en Argentina y Chile; 7 a. m. en España), cuando nuestro planeta atraviese la otra nube del cometa, podrían ser visibles de 50 a más de 200 meteoros por hora.
¿Cómo ver la lluvia de estrellas Leónidas?
El radiante (sector del cielo donde parecen surgir los meteoros) de las Leónidas está en la constelación Leo, que aparece sobre el horizonte en dirección noreste después de medianoche.
La parte más austral de Sudamérica será la menos favorecida, ya que en esta región el radiante de las Leónidas aparece recién sobre las 3 a .m.
En cualquier caso, las condiciones ideales para apreciar el fenómeno astronómico se dan en cielos despejados y oscuros, es decir, sin contaminación lumínica, como las zonas rurales.
Fuente: La República