En la literatura motivacional actual, el fracaso suele considerarse como algo que debe celebrarse. Las decepciones son un trampolín esencial para el éxito; un punto de inflexión en nuestra historia de vida que finalmente terminará en triunfo. En lugar de caer en la desesperación, se nos anima a “fracasar”.
Si tan solo fuera tan simple… En la última década, una gran cantidad de investigaciones psicológicas han demostrado que la mayoría de las personas tiene dificultad para manejar el fracaso de manera constructiva. En cambio, encontramos formas de devaluar la tarea en la que fallamos, lo que significa que podemos estar menos motivados para perseverar y alcanzar nuestra meta. Este fenómeno se conoce como el “efecto de la uva agria o amarga”.
Alternativamente, podemos simplemente no darnos cuenta de nuestros errores y continuar alegremente como si nada hubiera pasado, algo que nos impide aprender una mejor estrategia para mejorar nuestro desempeño en el futuro.
A los oradores inspiradores les gusta citar las palabras del novelista Samuel Beckett: “Fracasa de nuevo. Fracasa mejor”. Pero la verdad es que la mayoría de nosotros volvemos a fallar y fallamos igual.
Investigaciones recientes muestran que hay formas de evitar estas trampas. Estas soluciones suelen ser contrarias a la intuición: una de las mejores formas de aprender de tus errores, por ejemplo, es ofrecer consejos a otra persona que pueda estar enfrentando desafíos similares. Al ayudar a otros a evitar el fracaso, resulta que también puedes mejorar tus propias perspectivas de éxito.
Fuente: BBC